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Riesgo…

José L. Guerra
Sábado 30 de Marzo de 2013
 

Escribir sobre lo que ha sido mi ocupación profesional en los últimos 35 años es fácil y difícil, en este tiempo, he descubierto muchas cosas que según mi leal saber y entender algunas son mitos otras, en cambio realidades de “a peso”.

No sé como definir el asunto que trataré hoy pero empezaré escribiendo que quien piense y afirme que la contaduría, íntimamente relacionada con la economía y la administración es exacta, está equivocado. 

Si bien es cierto que existen reglas y normas (ya no principios) que pueden ser interpretadas con el criterio individual de cada dueño de la profesión, entiéndase por “dueño de la profesión” quien posee cedula profesional de patente, expedida por autoridad competente para ejercerla liberalmente.

Es el caso de que las instituciones representantes han tomado el papel de tutor, guardián, capataz, más que rectores de la conducta profesional de los contadores públicos; se adueñaron de la verdad, la pintaron de universal y la imponen en aras de supuesta unificación de criterios y fortalecimiento de esta noble actividad profesional, ordenada y pulcra desde el aula universitaria.

Con lo anterior, se ha llegado a extremos de sobre regulación donde los principios fueron transformados en normas, mismas que se han multiplicado hasta ahogar y coartar el derecho de libre expresión y ejercicio, de ingenio y creatividad de los contadores públicos independientes.
Por otro lado, el sentido en el que se encuentran emitidas y redactadas esas normas -siempre importadas- ha investido al profesional de la contaduría de ínfulas de superioridad ante la sociedad, alejándolo en muchos casos del sentido común para no ser “un mal necesario”.

Triste es decirlo y mas aceptarlo, la normatividad de la contaduría pública mexicana no es autentica, es apegada a intereses de otros países, de otras culturas en adhesión a una globalización que no ha convencido como la mejor opción para nuestro México.

Recuerdo cuando, hace ya muchos años, un distinguido empresario me decía, “Necesito un contador que no piense como contador…”, esto se traduce en alguien que con ética, experiencia y juicio profesional libre y propio, disponga y aplique criterio maduro que sea verdadero apoyo a la dirección y administración. Esta expresión espontanea ha cobrado vigencia y fuerza.

La contaduría pública como profesión liberal se debe en su esencia de servicio, a la sociedad y es en ésta en la que reside el intransferible derecho de juzgar la actuación de cada uno de sus protagonistas y representantes, los contadores públicos con cedula profesional de patente.

Me ofende, me preocupa, me estresa y me afecta, -seguramente no estoy solo- la cuchara tan grande con la que algunos colegas se sirven, aprovechando la protección e impunidad que ofrece la tolerancia, el disimulo, la blandengue y convencional interpretación y manejo de las reglas, las normas, las leyes, reglamentos, códigos y demás, todos en una maraña inescrutable.

Los que ya hemos recorrido mas de la mitad del camino, tenemos la responsabilidad de rescatar principios, valores, formas, actitudes y aptitudes para transmitirlos a las nuevas generaciones con teoría, practica y ejemplo no con palabrería hueca, alejada de las necesidades y de la difícil realidad que se vive en el mundo mexicano de los negocios.

Por no salir de nuestra zona de confort, por permitir que otros piensen y dispongan por nosotros, si las cosas siguen así, corremos el riesgo de que seamos los últimos Contadores Públicos.

Usted qué opina?


José L. Guerra Beltrán
Contador Público Certificado
Maestro en Administración
jlguerra@profesionalmx.com

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