No me gusta Cásate conmigo, mi amor, pero tengo que hablar bien de ella.
¿Por qué? No, no es porque esté vendido a Televisa, porque me haya ido a cenar con Galilea Montijo o por todas la barbaridades que luego dicen mis amigos de las redes sociales.
Es porque Cásate conmigo, mi amor es una serie mexicana, una historia original.
¿Y? ¿Qué tiene que ver eso con lo que le acabo de decir? Que si usted y yo también comenzamos a hablar mal de ella, a todos nos va a ir mal.
¿Cómo? Las cabezas de la industria de la televisión mexicana se van a agarrar de ahí para decirnos: ¡Para qué hacemos series si nunca les gustan! ¡Para qué invertimos en historias originales! ¡Hay que seguir grabando refritos!
¿Ahora entiende lo que le estoy diciendo? Esto es como una trampa. ¿Qué hacemos? ¿Qué se hace en estos casos?
En el remoto caso de que usted no sepa de lo que le estoy escribiendo, ¿qué es Cásate conmigo?
Una serie cómica que se estrenó hace varios meses en los cables y las antenas directas al hogar y que, a pesar de lo que se ha estado diciendo en muchas partes para justificar el bloqueo de Parodiando a México baila, pasó con más pena que gloria.
¿Y de qué trata? Son varias historias, pero la principal es la de una chava que está urgida por casarse, pero que en el fondo le tiene miedo al matrimonio, muy al estilo de la película Novia fugitiva.
¿Está buena? A mí no me gusta, insisto, pero esto no significa que su producción sea mala, que no haya talento en su dirección de escena o que el reparto sea pésimo.
Le puedo firmar en cualquier parte que cada uno de los elementos que participan en este concepto vale oro, desde su gran protagonista, Galilea Montijo (a la que siempre he considerado una excelente actriz), hasta el más jovencito de sus actores, pasando por verdaderos monumentos de la actuación mexicana como Ana Bertha Espín y Alejandro Camacho.
¿Entonces por qué no me gusta? Porque se me hace María de todos los Ángeles (con todo y logotipo angelical), pero de clase media alta.
Es la misma gata revolcada: mujer víctima de la fiebre uterina a la que no le importa perder su dignidad con tal de que se le haga con un hombre y que, cuando se le va a hacer, pues no se le hace.
Perdón, pero yo no puedo con eso. A María de todos los Ángeles se lo paso porque, a partir de ahí, sus responsables hacen una radiografía bastante admirable de algunas patologías sociales que nadie más se había atrevido a tocar en comedia mexicana, ¿pero aquí? Aquí no hay nada de eso.
De hecho, no hay nada de lo que podría haber. Hay sexo, pero no hay sexo. Hay romance, pero no hay romance. Hay humor, pero no hay humor.
Está todo como bloqueado, como censurado, exactamente como no debe ser en una serie. Parece una mala telenovela corta. No me convence.
¿Cuáles son las notas? Primero, la explotación de talentos. Segundo, la incapacidad para manejar un tono de franca comedia. Y tercero, la pérdida de tiempo.
¿Qué le trato de decir con eso de la explotación de talentos? A lo mismo que le mencionaba ayer de Lolita Cortés en El rival más débil.
Televisa es una de las televisoras más grandes y ricas del mundo. ¿Por qué se comporta como canal local de a cuatro pesos?
¿Por qué insiste en poner, de protagonistas de sus series, a las mismas personas que tiene conduciendo sus programas de revista, sus especiales dominicales, sus melodramas y todas sus cosas como si en su nómina nomás hubiera 20 o 30 actores? ¿Por qué?
¿No sería más sabroso ver, en Cásate conmigo, a otros rostros, a nuevas estrellas, a otra clase de luminarias como ocurre en cualquier país civilizado?
¿A qué me refiero con eso de la incapacidad de manejar un tono cómico? A que casi no hay diferencia entre el tono de esta serie y telenovelas como Corazón indomable.
A los mexicanos ya se nos está olvidando que existen otras formas de actuar y de escribir y, peor tantito, cuando nos queremos hacer los chistosos nos volvemos patéticos.
¿Por qué no podemos hacer series cómicas y románticas como The Big Bang Theory? ¿Por qué no podemos anotar a nuestras actrices como en 2 Broke Girls?
¿Y lo de la pérdida de tiempo? ¿Por qué le digo eso? Porque, no nos hagamos tontos, usted o yo podremos ver toda la primera temporada de Cásate conmigo, mi amor pero, ¿y la temporada dos? ¿Cuándo?
Yo todavía estoy esperando la continuación de títulos como Locas de amor y Cloroformo.
Ni Televisa ni nadie se ha tomado la molestia, en este país, de ordenar el changarro como para darle sentido al negocio de las series y así, ni caso tiene abonarse a ellas.
¿Entonces qué hacemos? ¿Defendemos Cásate conmigo, mi amor para ver si al fin estos señores se ponen las pilas y se comienzan a tomar en serio su trabajo o la atacamos para que sigan jugando con esta clase de programas y con nosotros?