Estas elecciones no significaban en apariencia mucho para la política nacional, pero era la primera prueba de fuerza del PRI y la inicial lucha del PRD y el PAN como aliados. Los días previos, los intercambios de acusaciones y descalificaciones fueron moderados. El día del enfrentamiento en las urnas, la lucha arreció y llegaron a extremos. Sin mayores pruebas, PAN y PRD acusaron de todo al PRI, quien ha recuperado su habitual arrogancia.
Jesús Zambrano tuvo la genial idea de señalar que el mejor soporte del PRI era el crimen organizado. Hubo irregularidades, pero no fueron ni muy graves ni cambiaron el rumbo electoral. Debemos considerar el trabajo serio y digno que las autoridades electorales llevaron a cabo en miles de casillas. A votar, fueron llamados poco más de 30 millones. El esfuerzo fue grandioso y los errores escasos. Esto habla bien de la sociedad civil y mal de los partidos políticos.
La disputa por Baja California quedó pendiente; ambos aspirantes se declararon triunfantes. En Puebla, se puso en evidencia que todo depende del candidato y el PRI puso al peor a competir por la presidencia municipal de la capital: Enrique Agüera, que fue derrotado. Rafael Moreno Valle vio cómo a su alrededor se acumularon los votos. Ello lo hace presidenciable para el PAN, que carece de figuras. Moreno Valle tiene larga experiencia priista, ahora la pondrá al servicio de una extraña coalición: PRD y PAN; asombroso caso de metamorfosis política.
Los resultados no fueron para conmover y sorprender a México. Baja California se sabrá luego del miércoles siguiente al proceso. Ahora los partidos políticos saben más o menos sus posibilidades reales en la contienda presidencial próxima. Nosotros, los ciudadanos, también; falta saber cómo se modificará el mapa electoral de México, una vez que aparezca Morena y López Obrador sea de nuevo candidato para ocupar Los Pinos.
Este hecho dejará en peores condiciones el PRD; lo poco que obtuvo fue gracias a sus alianzas con el PAN. Y a la derecha le convendría deshacerse ya de Gustavo Madero: falso bravucón, sin visión política, un dirigente artificial con apellido célebre. Zambrano sólo es un hombre rudimentario e incapaz.
Al PRI le convendría más humildad y más trabajo social. Hasta hoy nos ha dado más discursos y pruebas de buena oratoria que hechos. Recuperar el presidencialismo a la mexicana, dejar de lado a la militancia y acercarse con pavor a transformaciones de fondo, no le da grandes ventajas. Si quiere seguir en el poder, tiene que gobernar con acciones decisivas para que el país avance y los ciudadanos se sientan bien representados.
Nadie ve un PRI renovado, deseoso de ponerse al frente de un México lleno de ímpetu. Su única ventaja es la debilidad de sus rivales. Pero si quiere consolidarse en el poder, debe aceptar que las cosas no las está haciendo tan bien como la cúpula priista supone en el colmo de la arrogancia y la certeza de que México no puede sobrevivir sin ellos.