Para empezar…Aclaración hago… No soy amigo del señor García que en buena hora (para algunos) y en mala (para otros) dirige atinadamente (para los que lo pusieron ahí) los destinos de la Dirección de Cultura municipal y recíprocamente dirá lo mismo respecto hacia mi persona. Punto aparte lo quiero felicitar, porque así como se critica se debe reconocer los aciertos y en este los hubo, aunque persistan vicios difíciles de aceptar, reconocer, superar. En primer lugar, el Festival en el escenario principal fue mejor que el año pasado, sus números artísticos superaron en mucho los de la edición pasada (de ahí el mérito)…
Lo mejor desde el punto de vista técnico musical: Klaus Mayer Big band de Guadalajara y la inigualable Eugenia León. En tres días que me tocó asistir, las 50 hileras de 50 sillas lucieron llenas en un 70% con la Sinfónica (miércoles) un 90% con Eugenia (Viernes) y un 100% con Susana Zavaleta (sábado), aclarando que por los costados en los últimos dos espectáculos bien pudiera añadirse 1000 gentes más.
El acierto: el reconocimiento público a Don Rodolfo León Manzo, lo criticable la suspensión de la actuación del México Mestizo, Lo chusco: la sonrojada del alcalde Díaz Brown con la Zavaleta. Lo Re-chusco: La soprano vendedora ambulante (el miércoles) que en el movimiento tal de la quinta Sinfonía a cargo de la Sinfónica del estado compartía “crescendos” con el concertino a “viva voce” con la línea melódica, a pecho abierto de ” “Tamales y atole bien calientitos, tamáleeees” el contra canto no lo percibió Beethoven en su momento y la mera verdad, no se oyó tan mal, tan es así que el director agradeció en su momento haberle recordado a la negra mariana el tamalero canto.
La Big Band del maestro Klaus Mayer no es extraña para mí, sé de lo que me perdí o me hubiera gustado escuchar. Me dijeron que expusieron (como si fuéramos un público docto en jazz) algunos números standars del repertorio jazzístico tradicional, haciendo notar la diferencia de un repertorio de swing a un repertorio de jazz orquestal, diferencia tal como lo es en efecto, cuando la orquesta del Chino Medina, pasa de números de swing
(Glenn Miller, Luis Alcaraz) a tocar danzones, chachachás, cumbias pero orquestales, en ese tenor se confrontaron, ambos grupos musicales y el público, aunque aplaudió a ambos, la simpatía musical se inclinó con nuestros amigos y compañeros de la orquesta del Chino Medina.
Caso parecido ocurrió con los dos verdaderos espectáculos de Eugenia León y Susana Zavaleta. La señora León nos dio una cátedra sobre el arte artístico vocal, con amplio dominio de diferentes técnicas, sobresaliendo, para mi gusto, el dominio de las esferas agudas (voz fingida, dicen,) y el manejo de diferentes géneros donde la influencia jazzística vocal sobresale aun en opciones rancheras, folclóricas y románticas, su interrelación con el público se acotó con pequeños parlamentos, que apelan a la concientización social de la vieja protesta entre ellos “Cómo me dueles México”.
“Yo hablo con mi instrumento”, decía Charlie Parker (un gran músico de jazz) cuando le preguntaron si quería declarar algo.
La señora León justificó con creces, nombre y fama. Comenzó fría y poco a poco fue alcanzando el nivel de la gran estrella que es, a pesar de sus más de 30 años de carrera artística y salvo el lapsus de sus músicos en una canción norteña ( por lo general, los músicos del centro al hacerlo, por desconocer el bit norteño, lo agarran de chacoteo justificante). De ahí la equivocación o el riegue.
El caso de la señora Zavaleta, quien trajo equipo de sonido foráneo, su actuación fue populachera (eso no le quita la calidad al espectáculo), su repertorio basado en canciones todas conocidas por el público (fáciles de seguir). Boleros, pop, folk, las entrelaza inteligentemente (colmillo) con diálogos chuscos, chistes doble sentido, en busca de simpatía, con mucho éxito. Rutinas identificables para los que tenemos años acompañando artistas y viendo espectáculos en vivo y en videos de alto nivel. Su manejo y chispa del auditorio le lleva casi un 30 % de su show, sus músicos el otro 20% y su técnica vocal el 50% restante. Su voz, no es cosa de otro mundo, su show de muy buen nivel por su penetración y respuesta. Si le preguntamos a gente sin relación musical, dirá que la mejor de Eugenia y Susana, es la señora Zavaleta. Yo diría que lo mejor fue, la calidad artística del festival superando al anterior.
Siempre he admirado a directores que buscan aprovechar experiencias pasadas y sin importar autorías sino efectividad, mantienen las mejores y se asesoran para conservar las mejores.
El segundo escenario, pésima ubicación, pésimo sonido (ya en las fuentes a 20 metros de distancia, cero audio, en el lado sur, ni se diga) es una vergüenza para los teloneros y persiste la consigna - parece ser- de no reconocerle valor a nuestras representaciones locales.
Hace años me parece que en el trienio de la Sra. Flores, los espectáculos que abrían se les montaba un escenario delante del principal, de tal manera que si no era arriba, por cuestiones de logística técnica, la gente los miraba en el centro y recibía la atención que todo artista busca al presentarse, muchas veces gratis -no sé ahora- y el reconocimiento público de su arte, lo que ahora solo se logró enterar el 10 % que estaban a escasos metros del escenario de la vergüenza, repito mal sonido, pésimo monitoreo, pésima ubicación y lamentable programación.
Creo que todos los teloneros merecían mejor ubicación. Santo Remedio ni se diga – merecía estar en el principal, es nuestro mejor exponente musical, sino el único, además de admirarse la presentación de Cecilia, que a pocos días de perder físicamente a su padre ( mis pésames) acudió como toda profesional a cumplir el compromiso “The show must go on” (desperdiciado a mi ver). Repertorio de nivel internacional quemado inútilmente, qué tocaron, quién sabe, apenas iban a presentarr la siguiente, les quitaban el sonido para anunciar el Teletón, la gente cerraba oídos y escondía los bolsos.
Pero lo de pésimo gusto fue la suspensión del telonero oficial (anunciado en los programas) de la Sra. Zavaleta, suspendidos a segundos de su ya eminente presentación.
Qué pasó: Nada. Órdenes son órdenes, se suspende.
¿Saben los organizadores el tiempo que se toma montar un show?. No, no creo que sepan. Adaptar un espectáculo para un stand de 8 por 8 (ignoro lo exacto) 1,2,3 pasos a la izq., ¡cuidado no des vuelta porque te caes!, las canciones serán siete, ensayaremos éstas dos nuevas para estrenarlas, tenemos que lucirnos como en el lejano Oriente, Europa. Ustedes dos que en su debut no les ganen los nervios y aunque estén sus familiares, novios y amigos no se pierdan, no pasa nada. Acuérdense que somos los teloneros del show principal. La adrenalina corre por sus venas como todos los que somos artistas. Después de la siguiente canción, entramos -dice el jefe-. Listas las faldas, el traje de charro, afinados los instrumentos, laten fuerte los corazones de los novatos, de pronto la orden, se suspende, ¡agárrense de la brocha sentimental, que necesitamos la escalera! El show debe continuar a pesar de los artistas locales. Vi brotar escondida una lágrima, no estoy seguro, si de sentimiento o coraje, las dos opciones estaban justificadas. A un telonero no se le hace eso, va su prestigio de por medio, el público no sabe las razones de la suspensión.
Para los que hemos organizado programas, sabemos que esto pasa, y por eso mismo los horarios se deben respetar o cortar desde antes para que no se presenten estos lamentables hechos.
Acertada la intervención del diputado federal Faustino Félix Chávez explicando su trabajo cameral para bajar fondos para que su distrito disfrute de programas y lugares propios para el desarrollo cultural.
Lamentable también que el señor presidente en su intervención tan aceptada por el respetable, haya tenido que clausurar el evento antes de terminar (el mismo lo señaló) si se iba a quedar hasta el final qué más que hacerlo con la Zavaleta arriba (del escenario). Merecido no para su ego sino para su oficio cultural el aplauso pedido para el director de Cultura por parte del munícipe.
El Festival Tetabiakte está pesimamente programado, este debería para éxito público moverse a mayo o coincidir con los festivales de Hermosillo para que artistas de calidad, programados allá se presentaran acá abaratando costos.
Y si el Tetabiakte se hizo para cerrar con gélidos broches de hielo el 27 o el 30 de noviembre, celebrar este acto, con un solo programa cultural, de gala si se quiere, el mencionado día y ya. Esta es una crítica respetuosa que incluye propuestas, espero se tome como tal. Es Cuanto.