Apenas habían concluido las negociaciones sobre el conflicto del agua en Sonora, cuando los firmantes del acuerdo salieron a los pasillos de la Secretaría de Gobernación para anunciar de una u otra manera que al fin habían logrado imponer sus posturas en torno al acueducto Independencia.
Habló el gobernador Guillermo Padrés para anunciar que el acuerdo permitiría lo que él tanto buscó, asegurar el suministro permanente de agua a la ciudad de Hermosillo; acuerdo logrado, dijo, en una relación de ganar – ganar para las partes negociadoras.
En términos similares, con el tono triunfalista, hablaron los integrantes del Movimiento Ciudadano por el Agua (MCA), productores, políticos y dirigentes yaquis, felices por haber arrebatado al Gobierno del Estado la administración del trasvase de la presa El Novillo a la capital del Estado, y por la cláusula del acuerdo donde “el Gobierno Federal se compromete a seguir explorando otras opciones de abastecimiento de agua para Hermosillo”.
El asunto del acueducto Independencia tuvo así un desenlace adelantado donde lo único importante parecer ser la ganancia política que ofrece a las partes involucradas y no la tan cacareada defensa del medio ambiente y de la población del sur de Sonora.
Sin embargo la dichosa “ganancia política” no lo es tanto pues si vemos los detalles resulta que el ganar – ganar pregonado por Padrés es más bien un ganar – perder para todos, excepto para dos ganadores que inicialmente no tenían vela en este entierro.
El primer afectado en este “ganar – ganar” es el propio gobernador Padrés. Su proyecto hidráulico y todos los riesgos asumidos en su afán de llevarlo a cabo y defenderlo a como diera lugar, no le redituó ninguna utilidad política, como lo demuestra la actitud de los sonorenses, más preocupados por la crisis financiera del Gobierno Estatal que por los avances del acueducto.
Padrés apostó casi todo a este proyecto y a cambio obtiene nada, o casi nada, para sus aspiraciones personales. El esfuerzo invertido en estos años para convencernos de lo bondadoso del proyecto sólo sirvió para el lucimiento final del gobierno federal priista que se alza como el árbitro justiciero que a través de Conagua suministrará el líquido vital a Hermosillo, mientras sigue cocinando a Padrés a fuego lento para facilitar el regreso del priismo al Gobierno del Estado. Nadie sabe para quién trabaja.
También los productores agrícolas, los activistas del Movimiento Ciudadano por el Agua y dirigentes yaquis salieron, como Padrés, perdieron más de lo que ganaron. Y esta pérdida puede resumirse en la aceptación tácita del acueducto Independencia. Aun con la cláusula que habla de buscar otras opciones de suministro de agua a Hermosillo y con haberle “quitado” a Padrés la administración del trasvase, queda validada la operación del acueducto no sólo para las necesidades actuales de la capital del Estado sino también para las del futuro a mediano plazo, necesidades más grandes como corresponde a una ciudad planeada para crecer en forma desmesurada durante los próximos años.
Los acuerdos en la Cd. de México abrieron la llave del Novillo para la capital del Estado; de esa llave al principio saldrán gotas pero gradualmente irá incrementando su chorrito. Además, como ya es sabido, cuando una fuente se abre para suministrar agua al consumo humano, por disposición legal esa fuente ya no se puede cerrar.
Por si esto fuera poco, el publicitado proyecto del presidente Peña Nieto consistente en la construcción de cinco grandes acueductos, obliga al gobierno federal a legitimar el Independencia.
Cuando los opositores al acueducto afirman que el acuerdo sólo es para un trasvase temporal, “mientras se buscan otras opciones”, y cuando afirman que no negociaron nada a cambio, ni siquiera un apoyo especial para la agricultura privada del Valle del Yaqui, dan ganas de creer en su sinceridad.
Como también dan ganas de creer que las negociaciones actuales en la Cd. de México, y la prolongación del bloqueo carretero, sólo buscan un mayor beneficio para la tribu yaqui y no una jugada de orden político como otras tantas que en el pasado sólo han dejado ganancias para los dirigentes de la tribu y el partido al que sirven.
Así las cosas, han pasado ya más de 15 días desde la firma del acuerdo en la Secretaría de Gobernación y aún no llega la solución tan anunciada en ese momento. Continúa el estira y afloje en la mesa de negociación donde se busca sacar más provecho del obtenido al inicio, cuando todos se dijeron ganadores y en pocas horas bajaron el tono triunfalista.
Los únicos beneficiarios del ganar – ganar, los “ganones” pues, fueron el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, al exhibir su capacidad para apagar este fuego, mientras ardía otro más grande en Michoacán, y el gobernador de Sinaloa, Mario López Valdez, quien se exhibió como parte de la solución, cuando no resuelve los enormes problemas que tiene en su estado.
Todos somos Naranjeros
Sí, los aficionados yaquis en este momento queremos el triunfo de los Naranjeros en la Serie del Caribe.
Y quien diga lo contrario, pues que celebre el triunfo del equipo venezolano o dominicano.
Sergio Anaya