Los primeros 100 años de Norman Borlaug

M.N.I. Jaime E. Mondragón M.

En Ciudad Obregón se celebró la Cumbre Agrícola 2014. Es el evento más importante del mundo y del año que reúne a los más connotados científicos, tecnólogos, catedráticos, instituciones y funcionarios públicos relacionados con la más noble de todas las actividades: la producción de alimentos en el campo.

Esta Cumbre, con un Agenda que impresiona por su contenido y por el empaque de los expositores provenientes de todo el mundo, tiene un propósito capital: celebrar el centenario del natalicio de Norman Borlaug, nacido norteamericano, cajemense adoptado y benemérito de la humanidad.  

Nació hace 100 años y murió apenas hace 4. Para el Valle del Yaqui es eterna la presencia y la influencia bienhechora del infatigable investigador ejemplar. Borlaug era hombre que cubría el planeta completo con sus programas de investigación y por tanto, sus ausencias de Obregón eran frecuentes y las más de la veces, prolongadas.

Pero Borlaug regresaba a Ciudad Obregón, al Valle del Yaqui, al Centro de Investigaciones Agrícolas del Noroeste (CIANO). Cada retorno lo presentaba más sabio, pero de alguna manera notoria, nos lo traía más humano, más sensible a las necesidades alimentarias del mundo y más solidario con las causas nobles y trascendentales, las causas globales que obran en beneficio de la gente más pobre y urgida de alimento.

Su compromiso con los pobres del mundo lo sostuvo y ejerció con pasión y hasta el límite de sus fuerzas físicas y capacidades técnicas. Los testimonios abundan.

Los habitantes del Yaqui le veíamos regresar cargado de novedades, recargado de baterías y siempre con las alforjas llenas de ideas, iniciativas, proyectos e ilusiones. Por sus idas y retornos es que siento que Borlaug volverá cualquier día, como solía regresar, como siempre regresó para dinamizar su entorno local de investigación y trabajo.

Norman E. Borlaug nació en Cresco, Iowa, en los EUA, el 25 de marzo de 1914. Su infancia y adolescencia las vivió en el ámbito rural, en la granja familiar. Un entorno familiar y económico que vivió sacrificios indecibles porque fueron los años muy difíciles de la Gran Depresión, periodo que la historia económica registra entre sus páginas más negras.

El niño/adolescente Norman cursó los ciclos básicos de educación en la población cercana, realizando además, desde la edad temprana, diversas labores vinculadas con la agricultura y el cuidado de los animales. Allí nace, en el trabajo para el sustento familiar, la vocación de nuestro personaje por el campo.  

Los tiempos más duros de la Gran Depresión los vivió Borlaug estudiando en la Universidad de Minnesota, en la que realizaba trabajos para costearse los gastos de la Universidad y mantenimiento personal. Allí la fortuna le sonrió al acercarlo al Dr. E.C. Stackman, célebre catedrático que intuyó la gran potencialidad de Borlaug para la investigación agrícola.

Norman E. Borlaug obtuvo su obtuvo en la citada Universidad de Minnesota su licenciatura en Fitopatología y su Doctorado en Genética. Ya Graduado y después de participar algunos meses en el Programa universitario que patrocinaba el Dr. Stackman, éste lo incorpora en el CIMMYT (Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo), financiado por la Fundación Rockefeller. Por su conducto, se incorpora a la Secretaría de Agricultura y Ganadería de México para combatir algunas plagas (royas, principalmente) que asolaban la agricultura de nuestro país.

Con esta comisión Borlaug llegó a México en 1944. Fue ubicado en Chapingo, la actual Universidad de Agricultura, localizada en Texcoco, estado de México, por estar localizado allí el principal laboratorio agrícola de entonces y por ser la sede del mencionado Programa de la Fundación Rockefeller en México.

Para fortuna de Sonora y particularmente del Valle del Yaqui, Norman E. Borlaug llega comisionado a nuestro territorio en 1945, para reforzar la investigación que realizaba el CIANO (Centro de Investigaciones Agrícolas del Noroeste) sobre las plagas que afectaban a la agricultura de granos.

El refuerzo de Borlaug a los investigadores que ya laboraban en el CIANO fue determinante para obtener impresionantes éxitos en el Programa de Investigación de Trigo. Las enfermedades fueron detectadas, diagnosticadas y atacadas de manera muy eficaz y en consecuencia, la productividad agrícola empieza a arrojar impresionantes resultados en el Valle del Yaqui.

En los años de la década siguiente, el CIANO, con el liderazgo humano y técnico de Borlaug y un equipo multinacional de técnicos de elevada calidad, libera las primeras variedades de trigo resistentes a diversas enfermedades y con altos contenidos de nutrición. Son las variedades híbridas que comúnmente se conocen como ¨Variedades enanas¨.

Las Variedades Enanas tuvieron características sobresalientes: elevado rendimiento, amplia adaptación, fuerte resistencia a enfermedades y alta calidad industrial. Los logros científicos plasmados en estas variedades Enanas, híbridas, generaron la expresión Revolución Verde, que implicó un milagro agrícola.

Las variedades de semillas híbridas liberadas por el CIANO se empezaron a sembrar comercialmente en 1962 y con ello inicia una etapa de producción de granos sin precedentes para México. Se consolida el Milagro agrícola y generosamente Borlaug, su equipo técnico, la Fundación Rockefeller y el gobierno mexicano, deciden llevar al mundo los enormes beneficios de la Revolución Verde.

Las llevaron al Tercer mundo, la más amplia porción geográfica y poblacional del planeta que padecía severas hambrunas que condenaban a millones de personas a la muerte por hambre.    

Las variedades de Semillas enanas, liberadas por el CIANO y reproducidas por los agricultores en los campos agrícolas del Valle del Yaqui, se llevaron a la India, Pakistán, Bangladesh, Sri Lanka, Tanzania, Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Irán, Irak, China, Rusia, Argentina y muchísimos países más para favorecer la agricultura productora de granos básicos.

Estas semillas del Valle del Yaqui, logradas por la inteligencia y el tesón de Norman L. Borlaug y sus colaboradores mexicanos y extranjeros del CIANO, salvan la vida de millones de hombres, mujeres y niños que sufrían la peor de las muertes, la más atroz e indigna: la muerte por hambre.

Por los méritos de nuestro querido cajemense por adopción que esta semana cumpliría cien años, fue galardonado con el Premio Nobel de La Paz en 1970. Pocas veces tan bien asignado este máximo reconocimiento universal y pocas veces tan bien recibido por los habitantes del mundo. Se hizo justicia a un gran hombre. A un hombre que por su residencia, afecto y dedicación a nosotros y lo nuestro, debemos considerar  Cajemense Ejemplar.

Por sus méritos científicos, por su calidad humana y por su contribución para generar opciones novedosas a la agricultura local, la Universidad La Salle Noroeste le otorgó a Norman L. Borlaug el Doctorado Honoris Causa el 19 de marzo de 1999.

Norman L. Borlaug se apartó físicamente de nosotros el 12 de septiembre de 2009. Esta semana cumpliría 100 años. Sus primeros 100 años porque personas así tienen residencia perenne en la historia. Viven para siempre en el corazón y memoria de millones de personas. Norman L. Borlaug, Benemérito de la Humanidad es orgullosamente nuestro. Es Cajemense.

Una nota, queja y propuesta emanada por la nostalgia:  El CIANO, con su historia, sus logros, su prestigio mundial, desaparece cuando se le rebautiza CIRNO (Centro de Investigación Regional del Noroeste). La historia de Cajeme se mutila. El Cajeme de las grandes épocas se asocia al CIANO.

Al rebautizarlo, nuestro municipio pierde una parte dignísima de su identidad histórica y su vínculo más preciado con el mundo. CIANO fue Revolución Verde, fue Centro entre los centros de Investigación agrícola del planeta. CIANO fue Borlaug. CIANO fue Sonora. CIANO fue ejemplar. CIANO fue institución que salvó al mundo del hambre ¿Porque cambiarle el nombre, renunciando al prestigio y a la gloria?