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Steus contra el sindicalismo

Sergio Anaya
Lunes 28 de Abril de 2014
 

Sergio Anaya

Aunque en todas sus proclamas el Sindicato de Trabajadores y Empleados de la Unison (Steus) argumenta la defensa de sus intereses ante la cerrazón de la Rectoría, la prolongación de la huelga que mantiene cerrada nuestra máxima casa de estudios puede percibirse a estas alturas como algo ominoso y de mayor alcance: La creación de condiciones favorables para dar un golpe letal al sindicalismo universitario.

En el contexto de la política conservadora, en ocasiones retrógrada, que domina en México, la prolongación de un huelga poco sustentada, que causa enorme daño a la sociedad y en particular a los estudiantes y sus familias, ofrece los pretextos ideales para acabar con uno de los sectores más combativos e independientes del sindicalismo como lo fue, hasta hace poco, el que se anida en las universidades.

Recordemos que desde los años setenta, cuando surge el movimiento sindical en la UNAM con la creación del Stunam dirigido por Evaristo Pérez Arreola, estas organizaciones gremiales dentro del campus han sido ferozmente combatidas por autoridades gubernamentales, organismos empresariales, por el sindicalismo oficial priista y en general por los sectores conservadores y derechistas de la sociedad mexicana. Pese a estos enemigos tan poderosos el sindicalismo universitario logró consolidarse y, sin ser un prototipo de democracia interna, alcanzó importantes logros para sus representados. Los empleos en las universidades, no sólo de los docentes e investigadores sino en general de todos los trabajadores, cuentan con beneficios salariales y prestaciones que no tienen las organizaciones cetemistas, por ejemplo, y mucho menos la gran masa de trabajadores que laboran para empresas maquiladores y los jornaleros agrícolas, éstos los más bajos en la escala del bienestar social.

De ahí el recelo y a veces la agresividad de gobiernos y cúpulas económicas contra el sindicalismo universitario, visto como un factor que podría “contaminar” a otras organizaciones gremiales. Antes que estos suceda se ha buscado de muchas maneras disminuir y si es posible anular en forma total a este tipo de sindicalismo. Ahora, cuando el país está en la cresta de una ola conservadora que arrasa  con todo lo que huela a popular o independiente, el objetivo parece cumplirse.

Por lo pronto ya dos referentes del sindicalismo universitario han dado muestras de debilidad orgánica. Uno de ellos, en la UNAM, donde los representantes de trabajadores y académicos han bajado sus pretensiones y el activismo radical de otros tiempos. Hoy nos llegan informaciones que hablan de un notorio descenso en los salarios y prestaciones laborales de los académicos de la UNAM. No podemos dejar de lado que el bienestar de un docente o investigador universitario depende en buena medida de su formación y actividad profesional en congresos, publicaciones, asesorías y todo aquello que permite acumular puntos para lograr apoyos económicos. Me parece positiva esta forma de estimular el desarrollo profesional de los académicos universitarios, sobre todo para contrarrestar la apatía e irresponsabilidad que dominan a quienes se sienten satisfechos con asegurar su plaza de tiempo completo en una institución de educación superior. Sin embargo, esto no contradice el derecho de los académicos a tener una representación sindical sólida y democrática como reflejo del nivel educativo de sus integrantes.

Esto ha disminuido en la UNAM y, en un segundo caso, en la otrora radical Universidad Autónoma de Sinaloa, donde hasta el más molacho mascaba fierros a la hora de recurrir al activismo desenfrenado e irresponsable para alcanzar conquistas laborales. Como el de la UNAM, el sindicalismo de la UAS ahora se muestra domesticado, sin argumentos ante la avalancha de medidas “realistas” que paso a paso merman el poder adquisitivo y prestaciones de los trabajadores.

En este marco de debilitamiento del sindicalismo universitario se inscribe la huelga incomprensible e inaceptable que desde hace dos meses mantiene parada nuestra máxima casa de estudios. La acción emprendida por los dirigentes del Steus, y que los académicos del Staus parecen ansiosos de imitar, ha fortalecido en las semanas recientes un estado de ánimo social adverso al sindicalismo universitario. Nadie, fuera de los propios huelguistas, parece simpatizar con ellos. La sociedad sonorense está dolida, resentida contra esta huelga. Los estudiantes exigen, claman por el regreso a clases. Y ante este creciente rechazo, los dirigentes del Steus y Staus mantienen su postura intransigente. O se les cumplen sus demandas, entre ellas la renuncia del Rector, o sigue cerrada la Unison.

Es el escenario esperado para dar un golpe definitivo contra el sindicalismo universitario. Un golpe que la sociedad podría aplaudir.

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