Jaime E. Mondragón
CARTAS CIUDADANAS (9) (Entre la utopía y la ingenuidad)
Muy estimado(a) Candidato(a):
Quiero decirte, Candidato(a), que me resulta muy difícil escribir o simplemente hablar de la economía municipal. En la Administración 1994 – 1997 me tocó estar al frente de la Dirección de Desarrollo Económico del Ayuntamiento (no era Secretaría) y la verdad es que me fue como en feria. Y lo digo en serio, aunque la expresión correcta es ¨Nos fue como en feria¨ a todos los que estuvimos entonces en el gobierno municipal.
Yo mismo digo que fui Director de Subdesarrollo Económico porque en vez de promover la creación de empresas y empleos, me tocó ver que cerraran muchas empresas y que se perdieran cientos de empleos, si no es que miles, en nuestro municipio como efecto del célebre “Error de Diciembre”. Horror de diciembre, por mejor decir.
¿Recuerdas que este trágico evento económico sucedió el día 20 de diciembre de 1994, cuando el Dr. Jaime Sierra Puche, recién nombrado Secretario de Hacienda y Crédito Público, devaluó el peso en más de 200%, cuando su intención era, según dijo después, devaluar un máximo de 14%?
¿Recuerdas que esta decisión trajo al país la crisis más severa de su historia económica, con una caída del PIB de más de 12%, aunque las cifras oficiales nunca reconocieron un retroceso de esta magnitud? ¡¡Fue horrible, fue horrible!!
¿Sabías que el presidente norteamericano Vil Clinton (no creas que me equivoqué al escribirlo aunque todos los conocen por Bill) ¨se animó a prestar¨ al gobierno mexicano algo más de 50 mil millones de dólares, con las condiciones más usurarias y leoninas que puedas imaginar?
Por cierto que esos 50 mil millones de dólares se utilizaron en su totalidad para pagar a los inversionistas norteamericanos los bonos que habían comprado en México durante el gobierno populista de Carlos Salinas de Gortari. ¿Pero sabías que la garantía exigida para el préstamo fue el petróleo mexicano, sus reservas e instalaciones de PEMEX? EZPL hipotecó y arriesgó la fuente de riqueza nacional.
Por razones obvias, el Presupuesto de nuestro Ayuntamiento para el Ejercicio Fiscal 1995, aprobado a mediados de diciembre por el Congreso del Estado, empezó a sufrir recortes muy severos a fines del mismo mes por órdenes del propio Congreso y el gobierno del estado. Y para agravar la situación financiera del Ayuntamiento, la ciudadanía dejó de pagar sus impuestos y demás obligaciones con el gobierno ante las dimensiones que cobraba la crisis nacional.
¿Te sigo platicando, Candidato(a)? Te conviene saber detalles de este tristísimo episodio del gobierno nacional, estatal y local porque me temo que corremos riesgo de repetirlo. Este pronóstico ominoso lo dejamos para otra plática o para otro ESCRITORIO ECONÓMICO. Pero te confieso que estoy alarmado. Y aclaro que no soy el único. Que conste.
Cuando fui Director de (Sub)Desarrollo Económico el Ayuntamiento no tenía dinero ni para pagar la nómina de los 1500 trabajadores, entre Sindicalizados y Trabajadores de Confianza. A partir de enero de 1995, cada quince días el presidente y el Secretario de Finanzas iban a Hermosillo para recibir “Anticipos de Participaciones” ¡Se mendigaba dinero en las oficinas del Palacio de Gobierno estatal para pagar la nómina del Ayuntamiento ! ¿No te parece indigno?
¿Realmente fui Director de Desarrollo Económico? Cuando el Director de OOMAPASC avisó en octubre de 1994 que dejaba la Dirección General a los pocos días de iniciada la nueva Administración, por instrucciones del presidente municipal le recibí el Organismo y fungí como su Director General unos pocos meses hasta que fue designado el responsable definitivo. Nada cambié allí porque a mí no me correspondía hacer ajustes. Los hizo el nuevo Director General.
En enero me fui a la Dirección de Desarrollo Económico pero solamente para auxiliar en las cuestiones inherentes a los urgentes recortes del Programa y Presupuesto. El presidente municipal me incorporó en la Comisión encargada de tratar estos delicadísimos asuntos con el Congreso y el gobierno del estado por dos razones principales:
i) porque eran asuntos en los que yo tenía experiencia por haber trabajado seis años en la Dirección General de Programación Económica y Social de la Secretaría de la Presidencia y ii) porque había participado en la elaboración del Programa Trianual 1994-1997 y del Programa y Presupuesto Municipal para 1995.
Estos trabajos de (re)Programación y (re)Presupuesto implicaron meses y muy amargas experiencias. No hay nada más desgastante que lidiar con deudas, con broncas… y sin dinero. No había dinero para patrullas, para recolección de basura, para alumbrado público, para reparaciones de agua o pavimento, etc. y sin embargo, los ciudadanos exigían servicios y atención a sus necesidades básicas. Nos exigían como si estuvieran pagando puntual y cabalmente sus contribuciones.
Por esa Comisión es que me tocó en mala suerte ser Tesorero interino (Secretario de Finanzas) por varios meses para cubrir el hueco que dejó la renuncia del Tesorero que inició con nosotros en octubre de 1994. Vagamente recuerdo que renunció en mayo. O en junio. No recuerdo y tampoco tiene la mayor importancia (¿te acuerdas del actor Arturo de Córdova, con esta frase “No tiene la menor importancia”? Te lo pregunto con maña y sorna: si te acuerdas … eres ruco.
¿Las razones de su renuncia? Obvias: Se cansó de las presiones que le imponían las deudas, las nóminas por pagar y las groserías que le hacían en el gobierno del estado cuando les pedía prestado, quincenalmente, para pagar a los trabajadores del Ayuntamiento. Para los proveedores, peticiones para que ¨aguantaran vara¨.
Este Tesorero nuestro, o renunciaba, o moriría de un coraje atravesado porque se traía su geniecito, producido por el stress. Vivía intensamente el trabajo y se entregaba con pasión y honestidad al servicio del Ayuntamiento. Mis respetos para este profesional de la Administración Pública. Una excelente persona.
Cuando fui Secretario de Finanzas, por instrucciones del presidente municipal convine con los funcionarios del gobierno del estado un recorte muy importante de la nómina del Ayuntamiento. Fue necesaria la participación del gobierno estatal por la simple razón de que aportaría en préstamo los recursos para la liquidación de más de 500 trabajadores. El 42% de la plantilla laboral, nada menos.
La liquidación masiva fue una amarga decisión que impuso la necesidad más extrema: no se tenía dinero para pagarles. Primero se operó un Programa de Retiro (liquidación) Voluntaria y después se pasó a la etapa de recortes. A todos se les liquidó al 100% y te cuento con satisfacción, Candidato(a), que no tuvimos ninguna demanda laboral. A todos se les respetaron sus derechos y en los procesos de liquidación siempre estuvieron presentes las Autoridades del Trabajo.
Luego de unos meses se nombró un Secretario de Finanzas y me pude dedicar a mis funciones de Director de (Sub)Desarrollo Económico. Por supuesto, la crisis seguía con toda la fuerza y para entonces, la economía nacional, estatal y municipal era un auténtico Valle de Lágrimas. Ya la crisis era económica, política, social y moral y se exigía la renuncia del presidente Zedillo.
Poco, si es que algo, se podía hacer para promocionar el crecimiento económico municipal. Y sin embargo, se hicieron algunas cosillas que no me queda a mí enumerar y mucho menos juzgar.
Bueno, Candidato(a), ya te expuse mi paso, con muchas penas y sin gloria alguna, por la Administración municipal, que no solamente la Dirección de Desarrollo Económico. Como muchos de los funcionarios de entonces, aporté lo que tenía y los resultados de ese equipo, liderado por un presidente muy animoso, son positivos si se toman en consideración las terribles circunstancias que nos tocó lidiar y que a ninguna Administración le deseo. Mucho menos a la tuya, Candidato(a), que será la Administración de lo nuestro.
Quise exponerte mi experiencia en la materia burocrática para que des aprecio a las cuestiones del desarrollo económico y de la Administración de nuestro municipio que te comentaré en las próximas CARTAS CIUDADANAS. Un abrazo.