El gran reto de César Camacho Quiroz y de los notables del PRI, es la elección del candidato que garantice el triunfo en Sonora, más allá de partidos y de compromisos transexenales
Bernardo Elenes Habas
Habló alto y claro, el sábado anterior en Hermosillo, el dirigente nacional del PRI, César Camacho Quiroz.
Manejó las premisas que el tiempo y las circunstancias pusieron en sus manos, y avanzó un paso hacia el futuro inmediato, construyendo los escenarios hipotéticos que se pueden adelantar sobre el desenlace de la batalla electoral que viene, donde el PRI reconstruye su camino, reconociendo que la derrota en Sonora no fue casual, no se fundamentó en la fortaleza de los liderazgos del PAN ni en el carisma del candidato que encabezó la lucha azul de esos días, Guillermo Padrés; sino en el hartazgo de la sociedad civil y de los priístas mismos; en el largo y tortuoso camino de sexenios envilecidos por malos oficiantes de la política, los que creían, ciegamente, que la “dictadura perfecta” en la Entidad, era para siempre.
Hoy, fue notorio un discurso enérgico del líder Camacho Quiroz, donde reconoció -él lo dijo-, han visto las duras y las maduras, experiencia que los vuelve de carne y hueso, capaces de triunfar, pero también de ser derrotados.
En la capital del Estado, donde tomó protesta a los 72 comités priístas, incluyendo, por supuesto, al de Cajeme que encabezaron Gabriel Baldenebro Patrón y Teresita Caraveo Galindo, con una nutrida caravana de militantes; Camacho Quiroz, junto con Claudia Pavlovich Arellano, Antonio Astiazarán Gutiérrez, Faustino Félix Chávez, y el gran ausente, cuya dimensión creció en el sentimiento de sus correligionarios, porque en esos momentos trabajaba a favor de Sonora y de México en una de las comisiones del sector energético que tiene a su cargo, Ernesto Gándara Camou, dejó asentada una situación que le preocupa: La designación, en tiempo y forma, del candidato de su partido por la gubernatura en el 2015.
Y, por supuesto, la intranquilidad manifestada por el conductor del priísmo, no es para menos; porque todo el trabajo realizado para rescatar desde el fondo de la derrota y de la humillación que le asestó la sociedad civil cobijada fortuitamente en las siglas del PAN, se podría ir hacia el despeñadero si se equivocan en la elección de candidato, atreviéndose a resucitar los viejos y endemoniados fantasmas de las encarnizadas batallas de PRI contra PRI, sólo por no atender lo evidente, no escuchar la voz sabia de la gente del pueblo (no de encuestadoras oficiales), y dejarse llevar por los compromisos de grupos, por los valores entendidos de los notables del priísmo y sus alianzas transexenales, por la ceguera del autoritarismo, que ya ha propiciado descalabros históricos en la línea de flotación del tricolor, y que, ciertamente, constan en las actas de la historia.
Es verdad, pues, habló alto y claro en Hermosillo ante un priísmo selecto, César Camacho Quiroz. Ahora le falta alzar la voz, fundamentarse en la declaración de principios de su partido, y extender su discurso hacia la sociedad civil, la poseedora del 60 por ciento de los votos y por ende, capaz de construir gobernantes o marionetas, para exponerle que el candidato o candidata surgirá de la conciencia misma y de los valores que determinen los sonorenses, no de los arreglos y caprichos de quienes, en la comodidad refrigerada de las oficinas del poder, deciden el progreso o la derrota de un Estado.
Le saludo, lector.