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Bernardo Elenes Habas
Martes 05 de Agosto de 2014
 

Sin duda, en política electoral, es el tiempo de las mujeres, porque las reformas al Código les confiere igualdad de oportunidades con los varones para estar en las boletas, compitiendo por puestos de elección

Bernardo Elenes Habas



Las condiciones objetivas y subjetivas en política, indican que es el tiempo de las mujeres.

Si no persisten los egoísmos ciegos y el machismo enfermizo de quienes manejan espacios y circunstancias en ese entramado, deberá cumplirse el nuevo texto electoral, donde se expresa la igualdad de oportunidades para que las féminas aparezcan en las boletas y se cumplan sus aspiraciones legítimas a cargos de elección popular.

Debe decirse que no es un acto de gracia, el hecho de que las damas pretendan desempeñarse en responsabilidades públicas, sino el producto de su perseverancia, de su lucha histórica por la justicia en un tejido social y político avasallante, donde los hombres marcan rumbo, construyen gobiernos, definen nomenclaturas partidarias, todo ello siempre entre iguales; y cuando no consiguen acuerdos, brota el canibalismo despiadado, como lo consignan las crónicas de ayer, de siempre.

Los partidos todos, tienen en sus listados, mujeres de valía, responsables, trabajadoras, honestas, capaces.  Lo saben bien los dirigentes sonorenses Alfonso Elías Serrano, del PRI; Juan Valencia Durazo, PAN; René Noriega Gómez, PRD; Javier Lamarque Cano, MORENA; Jaime Moreno Berry, PT.

Pero esencialmente reconoce esas cualidades, la sociedad civil, la que confía por naturaleza, en las dadoras de vida; en aquellas mujeres que si tienen tres hijos y un solo pan sobre la mesa humilde para el alimento del día, lo cortan en tres partes para entregarlo generosas, mientras que ellas se llenan, como buenas madres, con la satisfacción de sus niños…

Inevitablemente depende de los hombres que en Sonora se cumplan a plenitud las reformas al Código; y con ello, desde ahora, se colocarán dirigentes de partidos y caudillos de grupos, en la mira de observación de la ciudadanía, porque con sus actitudes, sus decisiones, sus formas de actuar para abrir las puertas y ventanas de sus institutos, dándole paso al aire fresco y revitalizador de la democracia; o bien, mostrarse reticentes a ser parte de la construcción de nuevos horizontes, hecho que los haría cincelarse en la memoria colectiva de la sociedad, quizás en el contexto más luminoso, o en la percepción más turbulenta de la historia.

¿Acaso no merecen estar en las boletas de planillas y fórmulas, militantes priístas como Natalia Grijalva, Teresita Caraveo Galindo, quienes desempeñan un activismo transparente y frontal a favor de su partido?

¿O bien, Chayito Oroz, honesta y competente, quien ha demostrado en el parlamento local y en el Congreso de la Unión, su inteligencia?

¿Y por qué no permitir a Carmen Alicia Camacho, cetemista leal; a Anabel Acosta, Carmen Portela, Karina Mendoza, Marcela Osuna, Dennisse Navarro, continuar su labor en política?

Y en el PAN, quien puede negar la forma en que destaca la perseverancia en el trabajo a favor de los más humildes de Sara Martínez de Teresa; los conocimientos técnicos y prácticos sobre la aplicación de programas políticos de bien común de Sandra Montes de Oca, Martha Patricia Espinoza, Martha Amado, Susana Aleyda Barra, Celia Zamorano?

Por supuesto que en el PRD hay mujeres de lucha, sensibles a las necesidades de las familias, las más olvidadas, las que sueñan con que la justicia social brote como espiga de luz convertida en empleos, servicios gratuitos de salud, aulas abiertas y sin costos para sus hijos, deporte bienhechor, fortalecimiento de valores, como lo plantean Juana Eréndira Bustamante Machado, Leticia Maldonado Herrera, Lorena Escobedo, Blanca Ayala, entre muchos nombres; sin olvidar a luchadoras sociales como Leticia Burgos, María Elena Barreras y su hija.

Es, pues, el tiempo de las mujeres.

Y no porque se trate de una gracia otorgada por quienes mueven, tradicionalmente, los engranajes de la política, sino el resultado de la lucha de quienes, juntas, son capaces de hacer una revolución, en la acepción más constructiva del término.

Le saludo, lector.

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