MEDELLÍN, Colombia.– Con el propósito de participar en el congreso organizado por la Atei (Asociación de Televisiones de Iberoamérica), en el que el tema principal es reflexionar sobre la televisión digital y la participación ciudadana, de diversos puntos del continente nos hemos dado cita en esta ciudad.
¡La sorpresa es enorme! Apenas hace 27 años era considerada la ciudad más violenta del orbe; la tasa de mortalidad debido a venganzas, ajusticiamientos y crímenes sangrientos era de más de 380 muertos por cada cien mil habitantes; y es una ciudad con casi tres millones de seres humanos así que, si somos temerarios, haremos una ecuación mortal desorbitada.
De nada servía la acumulación de policías y miembros del Ejército que trataban de impedir que continuara desangrándose. El narco, las pandillas, el crimen organizado se habían apoderado de Medellín. El desempleo creció desorbitadamente, la construcción e infraestructura se paralizaron, el turismo desapareció.
Hoy no solamente es una ciudad hermosa y muy atractiva por sus avenidas, comercio y construcciones nuevas; sobre todo es un lugar que en el cono sur ya es considerada la mejor para vivir. Repito, la más apetecible para vivir en paz y en armonía. Me tocó vivir desde dentro de un auto y presenciar un choque automovilístico en la Plaza Mayor y los tres participantes arreglaron el asunto sin insultos ni aspavientos; podríamos pensar que estábamos en Ginebra, en Londres o en Helsinki.
¿Y cómo se logró tal transformación? Aunque parezca mentira adecuada para una reunión sobre medios difusores, numerosos participantes ponen a la educación y a la televisión como factores principalísimos en ese giro colosal. Hablan de “Teleantioquía” y más tarde de “Telemedellín” como actores con una programación que califican como la pedagogía para la paz.
Los testimonios son francamente estimulantes. Las dos emisoras son regionales con un hondo sabor local donde la participación ciudadana fue y sigue siendo el sustento toral para el cambio. Han sido los propios ciudadanos los que hablaron sobre sus miedos y necesidades; más tarde sobre sus anhelos y terminaron escenificando lo relativo a sus esperanzas.
En la actualidad, Medellín ha sido transformada. Colombia en lo general ha dejado atrás la pesadilla. Las mafias y las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) tienen un nivel inesperadamente disminuido.
¿Qué tanto corresponde a la televisión pública esta transformación?
Sus integrantes son enfáticos: la acción televisiva fue determinante en la consecución de fines civilizatorios. Todos hablan de autonomía en la gestión, de diversidad, intensidad en narrativas de calidad humana, de arte, de creatividad y de búsqueda de innovación.
El ejemplo ya es imitado en diferentes partes de Colombia, Perú, Ecuador, Uruguay. Podemos obviamente pensar que el intento también lo podríamos regionalizar en diversos sitios que nos duelen en México, país que ahora es motivo de conversación, de preguntas sobre las reformas estructurales y en muchos casos generador de amplia admiración.
No perderíamos nada en el intento y, lo que podríamos ganar pudiese resultar gratamente sorpresivo en pocos años.