Los que pensaron que las cosas iban a seguir como en los tiempos del Pacto por México acaban de tener un ejemplo de que aquellos tiempos de ceder y aguantar no volverán.
Y me refiero al caso del gobernador panista de Sonora, Guillermo Padrés, quien al ver publicado un reportaje sobre la presa que construyó en su rancho, respondió acusando al gobierno de presionarlo por su posición crítica con acusaciones personales sin base, y que seguirá con sus críticas al gobierno federal aún cuando pretendan callarme haciendo señalamientos en medios nacionales hacia bienes y propiedades que han pertenecido a mi familia por generaciones.
Responsabilizó a la Profepa y a los delegados federales de esa dependencia y a los de Semarnat y Conagua del derrame de la mina de Cobre Buenavista, en Cananea, de Grupo México, desconoció a los tres funcionarios y los expulsó del Consejo de Protección Civil, porque ya no eran bienvenidos, pidiendo al gobierno federal que los cesara.
A éste le respondió el vocero del gobierno federal, Eduardo Sánchez, recordándole que es facultad del Presidente de la República designar a los delegados federales, y que no los cambiaría. Rechazó las acusaciones sobre la responsabilidad del gobierno federal en el derrame de la Minera de Grupo México, y lo conmino a conducirse dentro del ámbito de la ley, en respeto a sus atribuciones y responsabilidades.
Esto fue el miércoles. Ayer jueves por la mañana, el gobernador Padrés me dijo que hoy viernes tenía una reunión con el secretario de Gobernación. Pero más tarde, el mismo Miguel Ángel Osorio Chong dio a conocer que ese encuentro no se llevaría a cabo hasta en tanto no existan las condiciones necesarias para un diálogo respetuoso y constructivo.
Osorio dijo que si bien en días pasados se había acordado esa reunión, hoy estamos en una circunstancia diferente y que los señalamientos que sin sustento alguno ha hecho el gobernador sonorense obligan a que dicha reunión se lleve a cabo en otro momento.
Se acabó, pues, lo que se daba.
