Para el propósito del presente artículo podemos entender por practicas corporativas el conjunto de políticas y acciones que realizan las entidades económicas privadas para economizar, eficientar y optimizar sus recursos humanos, financieros, materiales y tecnológicos, esto en el marco de una filosofía capitalista que en el mejor de los casos son abandonar su sentido social, forman parte de su filosofía de negocios.
Con casi cuarenta años de ejercicio profesional, cuenta uno con parámetros empíricos de comparación e incluso comparaciones intangibles pero que dibujan y dan la sensación o certeza de que las cosas y asuntos han cambiado para bien o para mal pero han cambiado.
El caso es que actualmente el sistema-gobierno ha adoptado practicas corporativas que lo alejan de su esencia y su propósito natural.
Atendiendo a un principio fundamental en el sentido de que el gobierno jamás es, ni debe ser ni pretender ser productivo, su labor pública está alejada o debe estar lejos de cualquier objetivo lucrativo y financiero.
Es así que con no poca preocupación veo que con estas nuevas políticas gubernamentales de carácter corporativo, no solo se descontrola el ejercicio presupuestal sino que llega a niveles de improvisación y hasta capricho en algunos casos.
Para mantener sano, económicamente hablando, a un gobierno, es menester lograr niveles aceptables de la recaudación por concepto de impuestos, derechos y aprovechamientos, en ese orden de importancia ya que son fuente natural de ingresos de un gobierno sano económicamente hablando, es factible recurrir a empréstitos solo en caso de obras extraordinarias de infraestructura que reactiven y fortalezcan la economía privada, y no solo el rating político del gobernante en curso, es decir que del mismo cuero salgan las correas.
Las practicas de contabilidad gubernamental, su filosofía y apego a la función pública, están cada día mas desvirtuadas, se ha convertido en un modelo hibrido que mal funciona y eso lo vemos claramente en las siguientes situaciones que solo encuentran explicación en el afán de los funcionarios oportunistas, ocasionados, chambones que ejercen su puesto efímero con la prioridad y el afán de tener empleo que les permita saldar sus cuentas, salir del piojo y engorar el marranito porque saben que aquí afuera la situación esta mas difícil.
El INFONAVIT, mas caro que las constructoras privadas, el IMSS, que suspende a los patrones morosos con el perjuicio de los derechohabientes el ayuntamiento que vive de las mutas y recargos, el SAT que manda a buró y exhibe a sus deudores, el gobierno estatal que invierte el presupuesto en opciones de riesgo, creando dinero ficticio contaminando la macroeconomía. Eso sin mencionar las paraestatales y organismos descentralizados que agudiza para mal esta incomoda (para el ciudadano común) situación.
Algo que empeora el caso es que cuando uno acude a resolver los problemas, la ineptitud, el desgano, la apatía, entorpecen, obstaculizan, retrasan, burocratizan, corrompen o impiden la solución.
El gobierno no tiene porque ser productivo ni es conveniente que pretenda serlo, solo con cumplir eficiente eficaz y económicamente con su función pública, satisfacer cabalmente las necesidades básicas de la comunidad que lo patrocina es suficiente, el sistema gobierno no es ni debe de considerarse o administrarse con las mismas políticas de las corporaciones privadas ni mucho menos de las que persiguen fines de lucro.
No creo que la solución sea regresar al pasado porque definitivamente los tiempos, avances y modernidad dan lugar a nuevas técnicas, procedimientos, métodos, etc. pero nunca dar cabida, propiciar o alcahuetear las malas practicas y la fusión conveniente (para ellos) de lo público con lo privado
Existe una gran confusión entre lo corporativo privado y el asunto público, entre el político de elección y el de nombramiento, entre el compadre, cuate y amigo y el funcionario público, es así que la cosa pública no pasa por su mejor momento. Por todos estos vicios y distorsiones (que no son todos) de le cosa pública, tenemos un sistema-gobierno con carácter corporativo que merma su autoridad, debilita su poder y se refugia en el contubernio, el ejercicio caprichoso del presupuesto integrado con jugosas partidas de ingresos que no están “etiquetadas”, la pantomima y la impunidad de todos los que integran esa esfera de negocios entre cuates, socios, funcionarios y gobierno.
José L. Guerra Beltrán
Contador Público Certificado.
Maestro en Administración.