Glafira Osorio Clark
Barack Obama propone para la educación de los norteamericanos: mayor inversión y ahorro. Considera que instruyendo mejor a los futuros ciudadanos, se puede conseguir una mejor capacitación de los trabajadores.
Mayor educación y mejor productividad no siempre van de la mano. Son paradojas de la realidad que sólo encuentran sentido en la teoría o en la ficción.
Suiza es el país europeo con menor nivel de escolaridad, es sin embargo, el más productivo a nivel mundial.
Se dice que manejar el Inglés ayuda a conseguir un mejor trabajo, pero Jamaica no ha logrado ver esa realidad. Se dice también que saber Inglés en Japón, ayuda a elevar el nivel de contratación. La realidad es que el japonés que hable Inglés, será el responsable de todos los males que sufrirán los que no lo hablen, lo cual no reditúa en el bien social.
Hace dos décadas, contar con una maestría o un doctorado elevaba las oportunidades de conseguir trabajo. Hoy, quienes tienen mayor nivel educativo sufren mayor desempleo. A quien sólo terminó la instrucción primaria siempre le espera el trabajo informal o el comercio.
Pero hay una línea rescatable en el discurso de Obama: “que ninguno de nuestros niños comience su vida ya rezagado, pues la falta de educación puede perseguirles por el resto de sus vidas”.
Si bien los padres de familia deber ser los obligados solidarios al buscar oportunidades para sus hijos, la responsabilidad del Estado estriba en no permitir que el rezago se instale en donde ya se viven condiciones precarias.
En su más reciente informe, la OCDE señala que México no ha avanzado en su desempeño educativo en términos generales. El organismo internacional sostiene que si bien mejoraron sus niveles de equidad en materia educativa, no se logró una consecuente mejora en su desempeño general. Y curiosamente, coincidió con el señalamiento de Obama al externar que “todos los estudiantes deben tener las mismas oportunidades de éxito en la escuela, independientemente de sus orígenes”.
