Carlos MONCADA OCHOA
El dictamen del Instituto Nacional de Antropología e Historia sobre el impacto ambiental del acueducto en la fauna, la flora, la agricultura, la pesca, el paisaje, la historia, las tradiciones de la tribu yaqui, se agrega al dictamen de la Comisión del Senado que vino a Sonora hace cuatro años, la auditoría de impacto ambiental, la recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, las conclusiones de científicos reunidos en Hermosillo y Ciudad Obregón y las varias resoluciones de juicios de amparo.
Pero ante la criminal resistencia del gobernador Padrés a dar cumplimiento a la ley, hay que traducir el dictamen a frases más claras: el desacato de las leyes empuja a la tribu yaqui a la destrucción.
“La Tribu Yaqui, dice el documento, ha vivido durante más de un siglo una condición de injusticia social persistente, sustentada en un largo proceso de despojo, exclusión, discriminación, e incluso en ciertas épocas, masacre y genocidio; situación que plantea una evidente deuda histórica de la sociedad nacional y sonorense con el pueblo yoreme, que debe atender acciones restitutivas para revertir dicha injusticia. Lejos de contribuir a ese propósito, el proyecto que nos corresponde dictaminar agrava la situación de injusticia hídrica en que se desenvuelve la Tribu Yaqui y atenta contra sus derechos como pueblo originario, plasmados en nuestra Carta Magna, en los tratados internacionales y en la legislación local en la materia de derechos de los pueblos indígenas”.
Los yaquis no pueden ampliar la superficie irrigada, carece de vías para acceder a fuentes de financiamiento, hace décadas se ha visto obligada a rentar parcelas para sobrevivir. El INAH condena el acueducto porque “se sustenta en una visión muy pobre para entender y atender integralmente las carencias de agua en la región. Concebir el agua tan sólo como un recurso material, sujeto de propiedad y de comercio resulta inapropiado cuando se trata del río Yaqui… En la medida que la obra significa la pérdida casi total del caudal de su río histórico, constituye una amenaza directa a la identidad, la integridad, la ritualidad, el paisaje y la vida cotidiana de la Tribu Yaqui”.
“Hay varios ámbitos que se verán fuertemente impactados por la extracción del agua del Río Yaqui a través del acueducto Independencia: la pérdida de medios de vida en forma de recursos para la agricultura y la ganadería locales, el debilitamiento extremo de la economía doméstica…, la explotación de las especies útiles para la construcción, la medicina tradicional y las actividades recolectoras…”
La conclusión del dictamen del INAH es rotunda: “Sería preciso disponer, de acuerdo con las especificaciones que con ese fin puedan hacer los expertos, y considerando siempre la opinión y determinaciones de la Tribu Yaqui, en el ejercicio de su autonomía y su derecho a la libre determinación, LA ELIMINACIÓN, LA CANCELACIÓN Y/O EL CIERRE DEL ACUEDUCTO BUSCANDO OTRAS OPCIONES PARA HACER FRENTE A LAS NECESIDADES HÍDRICAS QUE QUISIERON SER ATENDIDAS”.
No deja de lado el impacto indirecto del proyecto de Padrés en la confrontación y polarización generadas a partir de la iniciación del acueducto, que incrementan la intolerancia, la discriminación y el encono y se convierten en grandes amenazas para el tejido social de toda la entidad en momentos en que la violencia se ha vuelto el enemigo número de la sociedad.
Quiero rematar este comentario combinando las expresiones medidas del dictamen, como que ha sido redactado por científicos, con la claridad de la expresión periodística necesaria para señalar a los canallas que atentan contra los yaquis. Estos canallas sólo ven, en su horizonte de egoísmos, cómo ganar millones de pesos. Se lanzaron al asalto de “una cuenca de alta fragilidad hidrológica, sobre todo en periodos de sequía, con un alto estrés hídrico, capacidades de resistencia muy mermadas y condiciones sociales que ponen EN GRAVE RIESGO LA SOBREVIVENCIA de la Tribu Yaqui”.
No es posible esperar a que Padrés se vaya del gobierno. De alguna manera hay que pararlo igual que a los influyentes priistas que lo sostienen.
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