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BANDERILLAS: Los 71 años de Javier Gándara y dos gobernadores enfermos

Carlos MONCADA OCHOA
Lunes 16 de Marzo de 2015
 

Carlos MONCADA OCHOA

“La política es para los jóvenes no para los viejitos”, dijo el ex gobernador Samuel Ocaña y el periodista Alejandro Oláis recogió la frase.

La traigo a colación porque anteayer ofrecí una disculpa a dos simpatizantes de Javier Gándara por la incomodidad que les causó mi afirmación de que Sonora no ha tenido nunca un candidato a gobernador de más de 70 años. Esta disculpa la interpretaron dos o tres como si me desdijera de lo que había publicado. No es posible desdecirse de hechos definitivos, como el de que JG es septuagenario.

Uno que no sabe leer dijo que me burlaba de la tercera edad, lo cual es una tontería pues comenzaría por burlarme de mí mismo.

En cuanto a los gobernadores de más años, pero no tantos como los de JG, indiqué la edad de algunos y me equivoqué al asignar 67 años a Rodolfo Félix Valdés y 63 a Alejandro Carrillo Marcor. La edad que puse al primero es la del segundo, y la del segundo es la del primero. Me llamó la atención al respecto Jesús Alberto Félix y se lo agradezco.

Ahora complemento lo publicado hablando de los gobernadores veteranos que se han enfermado estando en el poder (y la mayoría se enfermó de poder), y los mencionaré por orden cronológico.

El general Abelardo L. Rodríguez, que tomó posesión a los 54 años en 1943, pidió licencia definitiva para separarse del cargo el 15 de abril de 1948. Desde antes padecía diabetes y el mal se le agudizó por lo que los médicos le aconsejaron que se retirara y que siguiera un tratamiento sin la carga de las responsabilidades públicas. Le faltaron un año y cinco meses para completar el sexenio.

Alejandro Carrillo Marcor entró como gobernador sustituto el 25 de octubre de 1975, a los 67 años. Tenía problemas de la columna y estaba obligado a usar una faja ortopédica. Para su fortuna, sólo tuvo que gobernar cuatro años.

Al que le fue peor fue al ingeniero Rodolfo Félix Valdés. Asumió el poder a los 63 años y a principios de febrero de 1988, a los dos años y cinco meses, sufrió una embolia que le paralizó un costado del cuerpo y le causó dificultades para hablar. Hizo lo posible y lo imposible por ocultar el deterioro de su salud. Diez años después le confesó a la periodista Gisela Arriaga que, en efecto, había sufrido la embolia y que como consecuencia, “DEJÉ EN MANOS DE MIS COLABORADORES PARTE DE MI ADMINISTRACIÓN”. En otra columna contaré el caso con detalle para que sepa la gente lo que pasaría a Sonora si Javier Gándara llegara a ser gobernador prácticamente a los 72 años, pues los cumplirá en noviembre.

Me preocupa su salud, como me preocupa la de cualquier otro ser humano, pero sobre todo, el caos que sobrevendría si enferma de seriedad, o si por desgracia se muere (y el posible saqueo, pero ésa es otra historia).


¡Gracias, Cananea y Agua Prieta!

No hay como tener amigos. La muy guapa periodista Sara Elena Morales Juvera me organizó la presentación de mi libro “Asalto a Sonora” en Cananea y Agua Prieta. La primera fue el jueves pasado en la biblioteca pública, hace años bajo la dirección de otra amiga muy querida, la poeta y cuentista Josefa Isabel Rojas. A la convocatoria de ambas acudió el público en buen número y entusiasta disparador de preguntas y comentarios.

El viernes por la mañana hablé de periodismo a jóvenes preparatorianos del Instituto del Cobre, incorporado al COBACH. Agradezco las atenciones de la directora del plantel Guadalupe Navarro Ramos, de la coordinadora académica Marcela Velázquez Paniagua, el maestro en Informática Juan Diego Pucheta Salazar y demás personal. Aunque eran un montón de muchachos y muchachas no sólo escucharon con atención sino hicieron preguntas interesantes.

Ese mismo viernes, aterricé en la Casa de la Cultura de Agua Prieta, estrenada hace unos meses. Ahí me encontré con la grata sorpresa que me dio el cronista municipal, periodista  y viejo amigo Juan Valente Rivera, quien abrió el diálogo recordando mis tiempos de promotor cultural, cuando Eduardo Corella, ahora delicado de salud, se dio el lujo de crear una Escuela de Arte y Cultura nada menos que con una inscripción de 600 adultos. Su ejemplo pervive, pues a los estudiantes de hoy no se les cobra. Es el único ejemplo de este tipo en Sonora.

Con estos dos eventos estoy listo para el de pasado mañana, jueves, en el Centro de las Artes de la Universidad.

carlosomoncada@gmail.com

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