Al secretario de Seguridad Munro su pasado lo condena
El pasado se levanta, gigantesco y acusador, ante el secretario de Seguridad Ernesto Munro, que se esfuerza en maquillarlo, en ponerle una máscara, sin conseguirlo. En 1991 fue candidato a presidente municipal de Puerto Peñasco y fue derrotado. No quiso reconocerlo y armó una rebelión de seguidores engañados, que recorrieron la ciudad incendiando automóviles y oficinas de priistas y asaltando tiendas de víveres. Él huyó a los Estados Unidos echándoselas, desde allá, de perseguido político.
Veinticuatro años después, el hijo de Munro es el candidato del PAN a presidente municipal y el candidato del PRI es quien lo venció entonces, el Coco Vélez. Y el viejo Munro intenta utilizar su pasado, pero totalmente falseado, en beneficio de su hijo. Aspira a que lo vean como mártir y no como delincuente del fuero común, como lo indica su conducta.
Desafortunadamente para los Munro, quedan testigos fidedignos de aquella maniobra canallesca. Se difunde un vídeo con declaraciones de don José Luis Villalobos, vecino de Peñasco, que participó en el caos porque cayó en la trampa de quien entonces fue candidato. Dice que se dirigió a la Plaza del Camarón (a un costado del palacio municipal) para tomar parte en una protesta pacífica.
Cuando estaban reunidos, llegó dando gritos la mujer de Ernesto Munro: “Aventaron una bomba a la tienda (de la que ellos eran propietarios)”, exclamaba, y para dar veracidad a sus palabras, se desmayó. Corrieron todos a la tienda y vieron destrozado un cristal y humo que salía del interior, pero ni una huella de bomba. Habían armado, Munro y socios, el escenario para hacer enfurecer a la gente. Y lo consiguieron.
Al primer priista que se encontraron, le volcaron el carro. Prendieron fuego a las patrullas y al despacho del presidente municipal saliente Genaro Gastélum Cinco. Causaron destrozos en el negocio de Vélez. Robaron aquí y allá. El periodista Jorge Bonillas, simpatizante del PRI, subió a su familia al carro y salió de Peñasco hacia el desierto porque le dijeron que él estaba en la lista.
El gobernador Félix Valdés, previo acuerdo con el gobernador electo Manlio Fabio Beltrones, ordenó que dejaran hacer y deshacer a la chusma para evitar que hicieran heridos y muertos. Y la chusma se calmó varias horas después gracias a que asaltaron un supermercado y cada quién se preocupó, no por la supuesta protesta cívica, sino por llevarse a casa una cafetera, un saco de harina, un piernil de puerco o unas botellas de tequila. La bola se disolvió dejando atrás millones de pesos en bienes particulares destruidos.
Ernesto Munro busca, a través de su hijo, la presidencia municipal que no fue capaz de ganar hace 18 años. Pero la verdad no sólo la sostiene don José Luis Villalobos sino también otro testigo irreprochable, que antes de las elecciones traeré a esta columna.
¿QUÉ TAL UN PLEBISCITO JUNTO CON LA ELECCIÓN?
Hace tres años, creyéndose dueño de la simpatía popular, el gobernador pidió que a la par que la elección se realizara un plebiscito para que el ciudadano dijera si estaba de acuerdo con el acueducto, o no lo estaba. El tribunal electoral federal se lo impidió porque pretendía hacer propaganda.
Propongo que ahora lo lleve al cabo, aunque con otra pregunta, el Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana para que este organismo justifique las dos últimas palabras que añadieron a su nombre.
Que el mismo 7 de junio se pida al ciudadano que conteste, en una boleta adicional, esta pregunta: ¿Se debe someter a proceso penal al gobernador Padrés y los funcionarios de su gobierno?
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