Conjeturas
I.- Para llevar a cabo una mínima parte del dizque ajuste estructural en telecomunicaciones, está por concretarse para este diciembre el “apagón analógico”; y por voz de su dueño Emilio Azcárraga Jean, Televisa se opone a ese final. No porque “los jodidos” no tengan manera de entrar a la era digital televisiva, sino porque Televisa quiere seguir cubriendo el antiapagón.
Y como el diario Reforma cumplió con su deber de informar la maniobra de la empresa con algunos legisladores, para posponerlo o retardarlo, porque sus intereses se verán afectados si algunos millones de posibles televidentes no han cambiado su aparato receptor; a toda una plana en los diarios de la capital del país y firmando Alejandro Olmos Cruz, Televisa sostiene que esa información es falsa, ya que en una encuesta que realizó –y ya sabemos cómo se las gasta esa empresa que constantemente nos desinforma–, el 81 por ciento propone su retraso.
II.- La información de Reforma es veraz al 100 por ciento y puso en alerta a quienes lo leímos. Esto le ha molestado a Azcárraga, pero es cierto que éste ha intimidado a los legisladores con su embestida de que el apagón digital debe retrasarse; como que sabe que es un poder fáctico que tiene “derecho de pase” en Los Pinos donde consulta con Eduardo Sánchez lo que exhibe su pantalla, antes de pasar al aire.
Para que no vuelva a exhibir documentales como el de la graciosa huída del “Chapo” que enfureció a Peña, Osorio y a la hermana de su socio: Arely Gómez, porque los exhibieron como mentirosos, y que ha descartado a Loret de Mola para sustituir en enero a López Dóriga.
Si Azcárraga salió a dar la cara por su empresa es porque sus intereses están de por medio, porque se trata de publicidad-dinero. Pero miente con sus amañadas gráficas y su: “todos queremos (la redacción es de Televisa) que todos los mexicanos puedan ejercer su derecho a la información y tengan posibilidad de recibir contenidos de manera gratuita”. ¿De veras?
III.- Y ya que mediante el cobro de 3 millones de pesos por minuto, Televisa transmite completos los discursos de media hora de Peña suponiendo que así adquiere popularidad y aceptación –cuando sucede todo lo contrario–, el televidente de inmediato cambia de canal, o de plano apaga el televisor. En mi caso, hace unos días dejé hablando a Peña con su auditorio cautivo –parece que ante los patrones–, y mejor miré un documental sobre los cocodrilos, esos reptiles de tremendo hocico que sólo asoman los ojos para avistar a sus presas.
Peña suelta al día hasta tres rollos, ya que acepta todas las invitaciones, o se autoinvita, para hablar y hablar y hablar, para que los asistentes –casi siempre acarreados– le aplaudan y le hagan creer que ha dicho cosas excepcionales; como cuando elogió al director general del IMSS y dijo que éste no se privatizará; aunque ya ha subrogado gran parte de su estructura. Mil veces más interesante que echarse el larguísimo y falaz discurso peñista, fue ver por Canal Once el documental de esos animales que son de temer cuando abren sus poderosas mandíbulas.
Pero aunque hocicones por naturaleza, afortunadamente no hablan.
cepedaneri@prodigy.net.mx