Por segunda ocasión en lo que va de los últimos tres meses Enrique Peña Nieto vuelve a perder la valiosa oportunidad de congraciarse con sus gobernados, los mexicanos.
La primera ocasión la dejó ir cuando, en vez de poner en su lugar al enemigo público número uno de México y los mexicanos, Donald Trump (y sin tener que perder las formas ni los protocolos diplomáticos, desde luego; faltaba con recordarle la frase juarista del respeto al derecho ajeno, entre otras cosas) le dejó irse hasta la cocina y al traerlo a casa le da un trato de ciudadano de Estado, cuando en los hechos, era un ciudadano más.
En esta nueva oportunidad que deja pasar, en vez de preguntarnos qué hubiésemos hecho en su caso ante los altos costos de las gasolinas que importamos, lo que tendría que haber hecho, es anunciar un decreto en el que, de entrada, su homologaban los salarios de todos los funcionarios públicos de la federación, los legisladores federales y los miembros del Poder Judicial a un salario, también juarista, en el que estos miles de depredadores del gasto público se convirtieran, ahora sí, en colaboradores de la república y de su pueblo y “se consagraran asiduamente al trabajo, resignándose a vivir en la honrosa medianía que proporciona la retribución que la ley haya señalado”, muy similar al que devenga la mayoría de los trabajadores de primer nivel en la iniciativa privada, lo que entrada le estaría significando un ahorro de miles de millones de pesos que permitirían seguir ofreciendo los programas de asistencia social que, según Peña Nieto, se habrían cancelado sin el golpe que significa el alza a los combustibles.
Vale apuntar que la afirmación de Juárez, por más que se pronunció el dos de junio de 1852, es decir, hace 164 años, sigue vigente, sí, pero sin cumplirse y esta se dio en los momentos en que éste se hallaba al frente del gobierno de Oaxaca, por segunda ocasión, posición de la que defendió al país ante el embate gringo que intentó, por todos los medios de arrebatarle a la nación el Istmo de Tehuantepec, con el que según Juárez, pretendían emprender la obra de comunicación de los mares Atlántico y Pacífico; “pero el Gobierno Supremo de la nación, usando su derecho, y obrando conforme a las reglas de la más estricta justicia, ha rechazado con dignidad semejante pretensión, y ha resuelto llevar al cabo la grande obra de la comunicación interoceánica con el exclusivo esfuerzo de los mexicanos”.
Pero, bueno, eran otros los tiempos. Ahora se habría dicho que los tiempos modernos son tiempos de la globalización y por el bien del país se hubieran llevado tres veces el citado Istmo, como en su tiempo lo hicieron, los antepasados de Trump, con el canal de Panamá.
Otro importante renglón que dejó ir Peña Nieto en su discurso de Año Nuevo es haber anunciado la terminación absoluta de la insultante subvención que se ofrece a los partidos políticos, vividores y atracadores de las finanzas públicas, en su gran mayoría, como son los comprobados casos del PT, El Nueva Alianza y el Partido del Verde Oportunista, amén de exigirles el pago que estos tienen con el SAT y que hasta hace unos días rondaba los 626 millones de pesos y como tercer punto, darle por igual una buena rasurada al otro no menos despilfarrador presupuesto que se designa a la Carabina de Ambrosio llamado Instituto Nacional Electoral, supuesto vigilante y promotor de la democracia, tan a modo, por cierto, de las tribus electoreras en las que solo dos o tres personajes deciden la composición y el tablero político en México, con lo que salen sobrando las enormes carretadas de millones de pesos que harían mucho más falta en la creación de empleos, en la construcción de muchos más hospitales y obras de utilidad pública.
Y por último, te dejo lector, con esa otra parte del discurso de Juárez, emitido en ese mismo contexto en que hablaba de la citada “honrosa medianía”, de la que tan alejados estamos:
“Bajo el sistema federativo los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad; no pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes; no pueden improvisar fortunas ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, resignándose a vivir en la honrosa medianía que proporciona la retribución que la ley ha señalado”…Están oyendo, inútilos..??...
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