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Inadmisible fue la palabra que utilizó –hasta en 3 ocasiones- la gobernadora Claudia Pavlovich para fijar su postura ante el desalojo de la carretera a Bahía de Kino, que fue bloqueada por un grupo de transportistas y habitantes de por ese rumbo.
La imagen en la que un policía estatal apunta con un arma a un menor y socorristas derivó en indignación y críticas en las redes sociales, lo que obligó a que la mandataria estatal se quejara de la PEI por sus excesos en el operativo, es decir, en las formas.
Luego vino lo del elemento cesado, pero me parece una decisión insuficiente, si nos atenemos que la propia gobernadora afirmó que la orden fue que los agentes no llevaran armas de ningún tipo. Ni para disparar balas de goma, tal como ocurrió el pasado viernes.
“En esta ocasión se dijo que no se utilizaran armas de ningún tipo, o sea ni de letales y no letales”, respondió cuando un reportero le cuestionó si quién ordenó que los policías fueran armados. Por lo visto no le hicieron caso y quien pagó los platos rotos fue un agente de menor rango.
Bajo el argumento de no afectar a terceros, el gobierno del Unidos Logramos Más, ya aplicó antes la misma receta a las enfermeras del Isssteson, los maestros disidentes a la reforma del peñismo y los de No al Gasolinazo en Nogales…y apenas lleva la cuarta parte.
Porque ya quedó demostrado que la señora Pavlovich solo atiende y acude a eventos cuyos escenarios son controlados y la llenan de halagos, tal como ocurrió en el festejo de la canaco (cámara nacional de corifeos –aduladores, lisonjeros, zalameros & conexos-)
“Gobernadora usted es ejemplo de combate a la corrupción en Sonora y a nivel nacional”, expresó el empresario Edgar Manríquez, presidente reelecto de la organización, quizás motivado por la ilustre frase de “que se ponga guapo” y no precisamente por cuestiones de estética.
Inadmisible también el trato a la prensa
Y como de ver dan ganas, en su gira por Cajeme del sábado, el equipo de seguridad de la gobernadora forcejeó con reporteros al momento de abordarla para que diera su postura sobre el desalojo y lo que vino fue otro desalojo de parte de sus guaruras.
A su llegada al Distrito de Riego-con casi una hora de retraso-, Sergio Anaya aborda a la gobernadora y le pide la entrevista, pero se disculpa para no retrasar más el evento, pero “saliendo con gusto les doy la declaración” aunque después su equipo de prensa y seguridad hizo todo para evitarlo.
Con un afán de aprendiz de guarura, Jorge Hoyos bloqueó el trabajo de este reportero a empujones, apoyado por integrantes de la Coordinación Ejecutiva de Seguridad de la gobernadora, quienes me sujetaron por el simple hecho de acercar el celular para grabar.
“Ni cuando estaba Padrés”, comentó alguien de la banda reporteril, pues el maltrato y el desdén es una constante para los medios cuando se trata de interrumpir la pasarela de “la única gobernadora del país”.
Ya pasaron dos décadas, pero el estilo beltronista volvió por sus fueros a Sonora, donde abundan sus acólitos. Las evidencias allí están. Unidos golpeamos más.
