Una de las facultades meta constitucionales de los presidentes de la República- por lo menos en la época de la hegemonía priista- era designar a su suceso. Ese acto litúrgico ha tenido lugar como si México no hubiera avanzado en este siglo. Este hecho político merece algunas reflexiones. Veamos.
Primero. El PRI en los últimos años tuvo dificultades- o al menos así pareció- para tener un candidato de “unidad”. Cabe recordar el famoso TUCOM (Todos contra Madrazo) en las elecciones del 2006 y el TUCOM II como reacción contra la postulación del entonces ya ex gobernador del Estado de México para la contienda electoral del 2012, Peña Nieto. Ernesto Zedillo fue el último presidente de la República del PRI que pudo mantener, no sin problemas, el proceso de la nominación de su candidato, Francisco Labastida, quien sufrió una derrota histórica frente a un prometedor – así lo veía buena parte del electorado- Vicente Fox, quien terminó como campeón del humor involuntario digno de las películas de Juan Orol.
Segundo. El PRI- antes como PNR y después como PRM- tuvo la virtud de incluir a los más diversos grupos políticos locales para que las diferencias de percepción y de criterio tuvieran lugar dentro del partido, que nació como suma de organizaciones. No había, por supuesto, democracia de ningún tipo.
Tercero. El triunfo recurrente del PRI de 1929 hasta 1994 no fue producto de generación espontánea. Dos elementos le permitieron al PRI mantenerse en el poder: la movilización social y la movilización económica, de tal suerte que quien nacía en los estratos inferiores de la pirámide social podría morir en estratos más altos. Eran los tiempos donde el saber permitía subir en el régimen priista (Gabriel Zaid. De los libros al poder). Las escuelas públicas eran la mejor opción de superación y de acceso al poder, particularmente la UNAM y el IPN en el ámbito nacional.
Cuarto. El programa político del PRI era una amalgama de ideas socialdemócratas con amplia elasticidad para ajustarse al gobernante en turno, pero sin llegar al grado de romperlas.
Quinto. Con Carlos Salinas de Gortari y especialmente con Ernesto Zedillo, el PRI dejó de ser la principal opción política. Hubo una salida de un grupo de militantes distinguidos y parte de la inteligencia del país. De igual forma, la fórmula de saber para subir dejó de tener sentido. El divorcio entre la plataforma electoral e ideológica del PRI con las políticas públicas de los gobiernos priistas fracturó el pacto original de discutir en lo interno las diferencias adjetivas bajo la lógica del acuerdo en lo fundamental. En suma, el PRI dejó de tener la hegemonía del poder. Y empezó a nacer con muchos peros la democracia como práctica.
Sexto. La metamorfosis del PRI da un giro de 180 grados con el ascenso de Enrique Peña Nieto en el 2012. Si en el pasado saber para subir era la máxima, con Peña Nieto se llegó al extremo de inaugurar una fórmula antagónica: ignorar para gobernar. En el mundo al revés, la ausencia de conocimiento (y con ello de conciencia y de una ética pública mínima) adquirió carta de naturalización en tan sólo 5 años. De ahí el recorte a la educación y a la ciencia que fueron vistos como algo superfluo porque para el gobierno de Peña Nieto es ininteligible la importancia de la educación como él lo puede atestiguar con su experiencia personal.
Séptimo. Hoy en el 2017, la situación de México ha cambiado. La ausencia de oportunidades, de empleos, de opciones de que el pueblo pueda preservar una vida en común con una razonable dignidad ha auspiciado que tenga lugar una crítica recurrente al gobierno de Peña Nieto. No hay, empero, un proceso acabado de socialización de conocimiento en gran parte de la sociedad mexicana, esa que no tiene acceso a internet o se preocupa sólo (y es entendible) del día a día. Con todo, el hartazgo social puede ya hacer diferencia en las elecciones presidenciales de este año.
Octavo. El PRI ha iniciado el proceso que culminará con la unción del ex secretario de Hacienda, José Antonio Meade. Cabe llamar la atención que el PRI haya recurrido a un candidato leal al presidente pero ajeno a su partido porque tiene un valor que casi nadie tiene: honestidad, por acción no por omisión, aclaro. Hasta este momento (con la excepción de José Narro, el secretario de Salud) prácticamente todos los que hubieran sido posibles candidatos han sido señalados por actos de corrupción. Eso en modo alguno le asegura triunfo alguno. La honestidad debe verse como punto de partida no como puerta de llegada como sucede en el convulso PRI. Meade tiene en otra de sus virtudes un gran defecto: es amigo de todos. Bien ha señalado Aristóteles que quien es amigo de todos no es amigo de nadie. Tampoco se le encuentran dotes de estadista: ¿Alguien recuerda alguna intervención histórica a su paso por la Secretaría de Hacienda, de Desarrollo Social o de Relaciones Exteriores? Yo tampoco.
Noveno. Meade, el amigo de todos, con alguien queda mal y ese alguien es quien no puede expresarse, quien no tiene los medios para hacer pública su discrepancia y ese alguien se llama pueblo de México. Es posible, pero improbable, que Meade pueda ganar las elecciones presidenciales a pesar de la estructura partidista, de los amplísimos recursos públicos que se van a gastar, de tener a un órgano electoral a modo y de un Tribunal Electoral también sometido por la falta de independencia de criterio de consejeros y magistrados.
Décimo. Habrá que ver si el hartazgo social se convierte en algo más que en catarsis verbal de gran parte de la sociedad, que puede decir mucho, pero hacer muy poco. He ahí el dilema.
Sumario.
1.- Este jueves 30 de noviembre estaré en Acapulco para presentar mi libro El derecho de armarse. Lo que todo mexicano debe saber sobre la posesión y portación legales de armas de fuego en México. (Proceso ediciones. 2017) en la Universidad Americana de Acapulco organizada por Ricardo Castillo director de Quadratín Guerrero. La cita es a las 11 am y la entrada es libre. Y el domingo 3 de diciembre participaré en la FIL de Guadalajara para presentar esta misma obra a las 12:30 horas en el Salón Juan José Arreola de Expo Guadalajara, organizada por Proceso ediciones.
2.- Ha salido a la venta una obra muy recomendable para entender estos tiempos de @CarlosViniegra, bajo el sugerente título de Amos, lacayos y vasallos. Por qué el autoritarismo persiste en el siglo XXI y cómo enfrentarlo. México. Paralelo 21.