¡Este iba a ser un gran día! Sí…iba. La mañana se presentaba esplendorosa, a lo lejos los rayos de sol rasgaban los vestigios de la noche que huía presurosa como yo de mis acreedores y conciencia.
Tomé mi café, leí le periódico con avidez devorando los chismes del día de mi otrora tranquila ciudad. Hoy, visitaría a algunos clientes para mis programas radiofónicos, era verano, las vacaciones, niños por todos lados buscando en que entretenerse. Hoy sería un gran día, si pides, se te dará, si tocas, te abrirán, total cuánticamente deseaba lo mejor para que me fuera de lo mejor.
Caminé sin prisa hasta mi automóvil, abrí la puerta…! Sorpresa! ¡La oración cuántica valió madre! El vidrio delantero estaba totalmente roto….Me pellizqué esperando, aun estuviese dormido. Pensé, no, si tomé café, leí el periódico, dije que este sería un gran día…. Si pides…mmm…Quise gritar de rabia, pero no lo hice por no saber cómo se grita de rabia, además la espuma en la boca sería ridícula. No, mejor me trague el profundo grito de enojo que se fue hasta el peritoneo, no sé dónde queda eso pero estaba súper encabronado. Con extrema calma junté una a una las esquirlas que se reían de mi paciencia y reflejaban en miles mi cara de mesero primerizo a quien se le van sin pagar la cuenta.
Ni modo, este no fue un gran día, lo que sigue…. Sin vidrio al frente ni esquirlas en mi asiento, tomé las cosas con calma ante el eminente desastre de estar sin vidrio delantero. Total a ponerle uno nuevo, era de mañana seguramente no tendrán cliente y lo podrán en menos de lo que canta un gallo. Seguía pensando que este sería un buen día.
Todo el mundo de prisa, mi carro era la atracción del día, no porque echara humo, ni porque trajera las puertas de diferentes colores o llantas de diferente rodado sino porque no traía el vidrio delantero, todo mundo en camino me sonreía, me saludan de manera estúpida, decían en sus miradas sonrientes ¡eh no trae vidrio delantero! ¡Cómo si no supiera! Un vía crucis de la vergüenza, pronto acabaría mi martirio, la macabra broma del destino terminaría en cuanto llagara al taller de vidrios automotrices, solo faltaba cruzar la avenida principal y ya, descansaría mi pena y bochorno…Aceleré para alcanzar a pasar el semáforo verde, pero fue imposible, paré ante la línea peatonal, de pronto brotaron de no sé dónde, una parvada de mocosos buscando el pan, quienes con botella de plástico llena de agua buscaban sorprender a choferes que se apresuraban a decir no a sus comedidos servicios. Yo pensando profundamente en el vidrioroto, cuando de pronto uno de ellos salta de no sé dónde y le gana el jalón a otro, por el lado del piloto dejó ir un chorro de agua, que mojó mi cara, ya iba a empezar a limpiar el vidrio cuando se dio cuenta que no traía, se puso colorado de pena al verme todo mojado, apunto de llorar encogió sus hombros como preparando la súplica de perdón, nuevamente frustré el grito que se había ido al peritoneo ( sigo sin saber dónde queda eso) y solo acerté a decir,! Anda no te quedes ahí paradote, lávame los dientes que tengo que llegar temprano al trabajo!
Este día fue un gran día, por primera vez me lavan los dientes ¡Gratis! ¡Yees!