Un estado de excepción, en teoría política, es un concepto acuñado por el jurista alemán Carl Schmitt, constituido como la situación extrema del Estado. Es un derecho constitucional, que puede declarar un gobierno en situaciones especiales de riesgo. Son medidas extraordinarias que se toman durante periodos de disturbios, de zozobra o cuando se perturbe la paz pública, a juicio de un gobierno. Estos estados de excepción están en las constituciones de algunos países.
En el artículo 29 de la Constitución Mexicana, está fundamentado este estado, donde el gobierno puede restringir o suspender las garantías y los derechos, que fuesen obstáculos para hacer frente, rápida y fácilmente a la situación.
Ante la situación de caos o el estado de descomposición por lo que están pasando los partidos políticos actualmente, y en donde sus militantes, principalmente del PRI, PAN, PRD, han presentado las mayores desbandadas; pasándose a otros partidos de reciente registro (MoReNa y MC), que definitivamente han sumado a sus causas o pretensiones políticas a muchos inconformes de aquellos partidos, por no estar de acuerdo en los procesos internos para nombrar a sus candidatos. Algunos de sus militantes se sintieron excluidos, por no existir actos de elección basado en los derechos de los militantes, que aclamaban se hicieran en procesos democráticos. MoReNa y MC son los dos partidos que más militantes de otros partidos han reclutado en sus filas. Aunque también en estos dos partidos sus candidatos son “dedodesignados” por sus respectivos tlatoanis. Estos partidos, han capturado, en este rio revuelto de inconformidades, a más tránsfugas, sobretodo del PRI y PAN. Los Independientes también están captando a muchos de estos desilusionados, por no encontrar en su partido, eco a sus aspiraciones o pretensiones política o de perdida un cotito de poder. Quizás algunos solo pretendan un platito de lentejas y otros los manjares que solo prueban o tienen acceso los elegidos de los semidiositos de sus partidos de origen, pero no los pelaron. Ciertamente muchos también se han quedado, para tratar de recomponer desde varias trincheras esta putrefacción que carcome las entrañas de los Institutos Políticos, proveedores de inconformes o hambrientos de poder. Los que se quedan son dos tipos de militantes: los que están por convicción y luchan desde adentro por los principios doctrinarios de los mismos; los otros son los que están cercanos al círculo del poder y por eso se prenden de la esperanza de alcanzar, si la designación o elección les favorece, para asirse, aunque sea de una pequeña ubre del poder. O como en los Juegos del Hambre, luchan para sobrevivir sobre otros y tal vez vivir en la opulencia que da el llegar al poder, pero a costillas de las derrotas de otros de su mismo territorio o distrito (léase, de su mismo Partido).
Este caos y zozobra por lo que pasa el sistema de partidos políticos, en nuestro país, tiene su génesis en las acciones caciquiles de sus dirigentes, de las altas jerarquías nacionales, que dictan las líneas antidemocráticas de las designaciones nepóticas y despóticas, coartando las aspiraciones a que tienen derecho cualquiera de sus militantes. Eso indigna a muchos y desertan.
Por toda esta “desfiguración” o descomposición de los partidos, donde las ansias de poder de algunos hacen que cambien de un día para otro de partido, algunos “honorables” miembros. Sin importar que los llamen traidores, arribistas u oportunistas. Más que nada son rebeldes, con causa…sus causas. Otros somos rebeldes, pero al interior, sin desertar.
Pero si bien es cierto las dirigencias de estos partidos de donde emigran o saltan estos ciudadanos, no tienen la calidad moral de tratarlos con esos adjetivos, ya que estos, por ejemplo, en el PAN, han recibido con bombo y platillo, y les han puesto alfombra roja a muchos tránsfugas del PRI y de otros partidos, dándoles todas las prerrogativas a estos inmigrantes, allanando el camino a sus verdaderos militantes. Un malinchismo político.
Quizás por todo esto, guardando las proporciones los partidos se encuentran en un Estado de Excepción y les suspenden los derechos, garantías a sus militantes, violentando sus derechos. En cambio, a los que les abren las puertas, inmediatamente los hacen candidatos.
Lo más triste es que la gente que ha llegado de otros partidos o ligados con otros partidos, se han apoderado del PAN o algunos sin ser miembros militantes, están insertados en los comités directivos, influyendo en las tomas de decisiones. Lo curioso que muchos de estos arribistas, han traicionado al partido en elecciones pasadas, desde adentro del partido y desde allí, quieren expulsar a los que, indignados, se van del partido (los malandros, se vuelven inquisidores). Algunos, que han arrastrado gente del PRI al PAN, por ejemplo, al no lograr sus objetivos, ahora estos mismos se van a otros partidos a continuar “sus proyectos” personales y se llevan consigo algunos miembros con marcada militancia y otros se quedan, como él del nombre de la película Pan y vino…más que nada: AL PAN del PRI VINO, a traicionar desde adentro.
Estas gentes o sus “líderes” no solo influyen en las decisiones o asignaciones de candidatos al interior, imponiendo gente que ni militancia tienen. Además, juegan varias cartas, por debajo de la mesa. O sea, estos cabestrillos (cabestro: buey que se emplea para guiar a las reses o a una parte de la cabezada), juegan siempre para ganar y hasta perdiendo ganan.
Ante este caos e intercambio de chapulines, ningún partido tiene la calidad moral de abrogar los derechos de los militantes brincadores. Los partidos son actualmente, como un pueblo sin ley ¿será el ocaso de la partidocracia? ¿O será que la banda del carro rojo, circula por todos los partidos e inclusive hasta en las arterias de los independientes? Existe una evidente sumisión de gran parte de la militancia, ante los personajes políticos que arriban de otros partidos o ante los oportunistas electoreros. A quienes le quede el saco. Aunque se hagan como que la virgen les habla.
#PARACAMBIARYOMEINCLUYO.Dr. Campa.
raulhcampag@hotmail.com