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Un problema candente en la elección del 2018 es la corrupción. Lo ciudadanos de a pie estamos cansados de los robos de una buena parte de la clase política dirigente. Casi todas las semanas nos enteramos de que los políticos se llevan miles y en muchos casos millones de pesos que pertenecen a la nación, es decir, a todos los mexicanos.
Un ejemplo de ese cansancio son las encuestas que hasta ahora han salido en los medios de información. El puntero Andrés Manuel López Obrador es quien ha demostrado a lo largo de su historia política ser honesto en el manejo de los dineros públicos. Lo cual le permite tener credibilidad ante cuando menos alrededor del 40% de los encuestados.
Los posibles votantes nos damos cuenta del robo muchas veces descarado de quienes debieran cuidarlo para el beneficio de la población. Llámese invertirlo en educación, seguridad social, pensiones para adultos mayores, guarderías, becas para desocupados, por sólo poner estos ejemplos.
Cuando López Obrador menciona como propuesta eliminar la corrupción y dedicar parte del dinero para becas a los jóvenes desocupados o estudiantes, sus adversarios le llaman político de ocurrencias.
Pero cómo podríamos llamar a las instituciones encargadas de cuidar los derechos de la ciudadanía cuando en muchos casos están plagadas de irregularidades. Un ejemplo es el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación el cual tiene como mandato cuidar la limpieza en las elecciones y se convierte en cómplice de la ilegalidad. Cabe señalar que los magistrados del TEPJF ostentan los más altos sueldos del país, por encima del presidente. Es decir nos sale muy caro a los ciudadanos pagar para el cumplimiento de la ley.
El día 9 del presente, los magistrados emitieron una orden al Instituto Nacional Electoral (INE) de que debe incluir al candidato independiente Jaime Heliodoro Rodríguez (el bronco) en la boleta. Sin importarles que según revisión de este mismo Instituto la participación del Bronco esta plagada de violaciones a la ley. Es decir, el candidato viola la justicia enfrente de quienes debieran cuidarla. Y en lugar de castigarlo lo premian con una orden de ponerlo en la boleta electoral.
Lo anterior nos deja con una sensación incredulidad hacia el ejercicio de la justicia y hacia sus instituciones. O como diría el candidato del PRI Meade, hacia los hombres que dirigen las instituciones. El hartazgo hacia las injusticias se incrementa de manera alarmante y pareciera que una de las pocas salidas a esta indignación se encuentra en la transparencia de este primero de julio.
