Gota A Gota XIV
Bueno tal parece que el utópico deseo que el “presidente de todos ustedes” Brozo dixit, salga bien librado en la encomienda de la entrega de la banda presidencial, el próximo 1 de diciembre, no me será realizable cual fue planteado por este aprendiz de columnista, le deseo al Sr Peña Nieto y a la nación, el mejor de los éxitos y me ocupo de otro tema el cual merece una reflexión de igual importancia.
Decía en anterior comentario, que siempre he admirado a mi ejército nacional porque son míos y de mis impuestos. Sus soldados son la imagen perdida de una mitología cívica que inspiraba las fantasías nacionalistas de aquellos imberbes mexicanos kindergarianos al pie del cañón, por si “osare un extraño enemigo profanar con sus plantas tu suelo”, los de hoy, gracias a tablets, Smartphone e internet, además de la despersonalización del olimpo cívico por parte de la secretaria de educación y los grupos ultra conservadores, los cambian por tortugas Ninja, el hombre araña y demás parafernalia anti cívica.
Hoy mis soldados, siguen para mí, ocupando ese lugar que la historia les ha dado, junto a la bandera, la patria y el espíritu nacionalista.
Hoy vituperados por muchos se les ha perdido el respeto institucional que se merecen; se les ve abucheados, ofendidos, agredidos, irrespetables todo por culpa de un gobierno civil que no ha podido resolver el tema de la seguridad, impedido por la corrupción que embarga al sistema.
Subordinados a un expresidente loco salen a la calle a enfrentar a la delincuencia organizada sin las armas jurídicas de su parte y la imagen institucional en todos los niños se ve manchada por determinaciones ejecutivas de los presidentes en turno y las noticias que manchan su imagen.
¿Por qué el ejército como tal? ¿Por qué no licenciar a 50,000 soldados de los más preparados y tras una capacitación en técnicas policíacas, inteligencia, derechos humanos, ayudan a resolver el flagelo de la inseguridad, la corrupción y la lucha contra la delincuencia organizada, sin involucrar nuestras instituciones armadas y bajo la constitución?
La imagen del soldado que vive y se fortalece en mi aún infantil congreso de neuronas, es la de las hormigas incansables de los planes DNIII, esos que arriesgan sus vidas en los desastres, de titanes en campañas de salud, de los buscan en los escombros por vidas humanas, de los que lloran por niños muertos en sus brazos, de los férreos defensores de la patria, por eso me preguntó justificado, tras el tema musical de jocosa reflexión filosofal de mi querido y admirado Juan Gabriel; “¿pero qué necesidad?” Es Cuanto.