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Día de Muertos. Nostalgia y festividad

Raúl Héctor Campa García
Martes 06 de Novimiebre de 2018
 

Como seres humanos, somos únicos e irrepetibles, somos distintos, aún en los gemelos idénticos que comparten características hereditarias, implícitas en el genoma. Características que son alteradas por el medio ambiente; lo que la ciencia médica denomina, influencia epigenética, sin modificar la secuencia del mismo genoma. De esa influencia epigenética, por ejemplo, de padecer o no padecer algunas enfermedades, también se deriva nuestro comportamiento e inclusive nuestros sentimientos regionalistas o idiosincrasia de una nación. 

El ser humano, desde la concepción (unión del ovulo femenino, con el espermatozoide), va implícito su particular código genético, aportado, parte del genoma de la madre y parte del padre (haya sido, como haya sido). Desde ese instante, la individualidad humana va creciendo y desarrollándose, anatómica y fisiológicamente, hasta el final de su existencia, o sea: Se concibe, se desarrolla y crece intrauterinamente, nace, y continua su crecimiento y desarrollo, moldeado por la genética y la epigenética, terminando el ciclo, con su muerte. Respecto a la muerte retomo los siguientes párrafos y pongo la cita al final de este escrito:

“Una de tantas interrogantes que la humanidad se ha formulado desde siempre es ¿Qué hay más allá de la muerte? Cada individuo que se halla cuestionado, le da la interpretación desde su muy particular punto de vista; según su formación ideológica, científica, religiosa y cultural, de acuerdo a la percepción que se tenga de cada uno de estos valores. Unos creen en la vida celestial de nuestra alma después de la muerte; para otros la muerte es el fin último de la persona, es el ciclo completo, sin pensar en la resurrección o en la reencarnación. Pero, ni unos y ni otros, no podemos ocultar ese temor a lo desconocido que implica este último trance terrenal, ineludible, que pone punto final a un período de la existencia que inicia desde la concepción… 

Manuel García Morente, refiere en su Idea de Hispanidad: El animal difiere esencialmente del hombre, en que nada sabe de la muerte. Una de las cosas que más y mejor definen a los hombres, es su relación con la muerte…El cristiano concibe a la muerte como la aurora y no como ocaso, ve en la muerte el comienzo de la vida eterna, considera esta vida humana, terrestre – vida que la muerte suprime- como un mero tránsito, paso o preparación efímera, para la otra vida decisiva y eterna”.

“Y después… A dónde irán los muertos, quien sabe a dónde irán… (Canción popular mexicana)

“The answer my friends is blowing in the wind… (Bob Dylan)”

 

La cultura mexicana, en relación con la muerte, es muy sui generis, en ocasiones; le tememos, pero nos “burlamos Folclóricamente” de ella, la lloramos, la festejamos y la cantamos y en sarcásticas calaveras, se han hecho populares “poemarios” (creadas por José Guadalupe Posadas, con su Catrina garbancera). 

A la muerte, se le canta, se recita, se le reza, se le teme y desgraciadamente muy frecuentemente es el resultado de la inmisericorde cultura de la muerte, con la falta de respeto por la vida de los demás, que sin duda empieza con la aceptación – si se sigue permitiendo- del aborto.

 

La música y la literatura, están llenas de nostalgia y festividades, referentes a la muerte. Muestra de ello:

“La muerte, me pela los dientes”, “No le temo a la muerte, más le temo a la vida”; “Mal haya quién dijo miedo, si para morir nací”; “…unos que nacen, otros morirán, otros que ríen, otros llorarán …la vida sigue igual”; “no vale nada la vida, la vida no vale nada, comienza siempre llorando y así llorando se acaba.”; “Si la muerte pisa mi huerto ¿Quien firmará que muerto de muerte natural? … ¿Quién mentira un padre nuestro y a Rey muerto, Rey puesto…pensará para sí?” “A dios le pido que si me muero sea de amor, y si me enamoro sea de vos…a Dios le pido”. Cantamos y rezamos: “entre tus manos está mi vida Señor, entre tus manos pongo mi existir… hay que morir para vivir...” “hágase Señor tu voluntad”. O dirán con Henry Canon Scott Hollan, lo que, tomado en parte de San Agustín, en Hechos de la Fe: “La muerte no es nada en absoluto, solo me he ido a la habitación contigua. Yo soy yo y tú eres tú. Lo que fuimos uno para el otro, seguimos siéndolo…”, “Santa María madre de Dios ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte amen”. 

“La muerte es un acontecimiento normal, el simple retorno de una persona al Dios que la ha creado”. Madre Teresa de Calcuta.

 

Citando una frase de un estimado y hereje amigo (Dr. Anselmo Machado), en cuanto a la espera de la muerte, dice: “A todos nos va cargar la chingada…con el Favor de Dios”.

Concluyo con la Décima de Pedro Calderón de la Barca y unos versos de Ante un Cadáver de Manuel Acuña: 

Esa seda que rebaja/ tus procederes cristianos, / obra fue de los gusanos /que labraron tu mortaja. /

También en la región baja/, la tuya ha de devorar/ ¿De que te puedes jactar/ ni en que tus glorias consisten/ Si unos gusanos te visten/ y otros te han de desnudar.

 “¡Pero no! ...tu misión no está acabada. Que ni es nada el punto que nacemos. Ni el punto en que morimos es la nada.”

Esperemos la muerte, viviendo, disfrutando, comiendo y brindando, ya sea Pan de Muerto y otros antojitos, ad hoc, para estas fechas; sin olvidar que no hay que vivir para comer, si no comer lo indispensable para vivir. Al final, la muerte tiene la última palabra. No se preocupen, descansen en Paz…tan solo por hoy. 

(Parte de este escrito cito la Fuente: Campa-G, R.H. De la muerte a la vida. Novela. Ed. Privada. Mex. 2017)

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