Hoy inicia su gobierno Lopez Obrador.
Lo hace enmedio de grandes expectativas y sobre la base de un gran apoyo que le significa mayorías legislativas en el congreso federal, el senado y 19 congresos estatales.
El “sueño dorado” de cualquier gobernante.
Todos los que trabajaron para impedir que llegara a gobernar el pais, solo lograron aplazarlo, generando un efecto contraproducente para sus formas de entender y ejecer el poder: ahora lo va a ser en una forma tal que puede ser apabullante.
A las constantes críticas a que lo han sometido todos estos años los que lo han criticado por todo, ahora le agregan a sus críticas el que se esté dando una especie de “regreso al pasado priísta” por el hecho de tener mayoría en las cámaras y en los estados, como si eso fuera decisión de el candidato y no de los votantes.
Soslayan que fue la altísima votación que recibió lo que lo ha colocado en esa posición privilegiada, llegando al extremo de ayudar a que fueran elegidos candidatos que en en otras circunstancias no hubieran ganado.
En medio del entusiasmo es muy notoria también la animadversión y rechazo que suscita en una parte de la población y en gran parte de la clase política.
De los políticos no cabe duda que se origina - entre otras cosas- por envidia y lo desagradable que les es el que tanta gente lo haya preferido a él, a pesar de tantas advertencias que nos hicieron.
Por esa curiosa característica tan humana en la que el mismo hecho provoca diversas interpretaciones, que pueden ser opuestas entre sí, el entusiasmo que genera en algunos a otros les provoca rechazo manteniéndolos en una inamovible posición de que su gestión desencadenará un desastre y terminaremos por reconocer que nos equivocamos y tal vez hasta les pediremos perdón por haber votado por él.
Negarle el apoyo a un presidente que enarbola tantos y tan buenos propósitos, no se si con definirlo como mezquindad abarcamos todas las negaciones. Para evitar ser acusados, precisamente de mezquindad, el argumento más utilizado es simplemente que no le creen. Que nos está engañando y que pronto lo comprobaremos.
Todos los mexicanos (los apoyadores y los detractores) deberian de observar que este presidente tiene dos rasgos singulares:
Tiene una especial predilección por la historia: se la pasa haciendo citas y asegura que quiere trascender en la historia.
La otra es su edad y las veces que intento llegar a la presidencia.
Estos antecedentes auguran un periodo presidencial de cambios profundos -entre más “históricos” mejor- y de una especie de “prisa” por implementarlos.
Doce años después Lopez Obrador tiene la ventaja de conocer las gestiones de gobiernos de izquierda que hubieran sido simultáneas a las de el, si lo hubieran dejado llegar entonces.
Y la oposición la ventaja de saber cómo le pueden hacer para evitar que su proyecto continúe.
Enmedio estaremos los votantes, intensamente bombardeados de falsas noticias entre mezcladas con los hechos cotidianos, a la espera de ser citados de nuevo a las urnas.
Parece que la batalla no va a ser por difundir los hechos sino por discernir lo cierto de lo falso.
Él problema que van a tener ambos bandos (el del gobierno y el de sus detractores) es que las nuevas generaciones ya no creen ni en los hechos: todo relato es falso y todo video editable.
Doce años después la “realidad virtual” ya es parte de la política y eso está modificando todo el escenario.