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Cajeme, el que no descansa

Alejandro Mungarro Daniels
Domingo 21 de Abril de 2019
 

Si existiera la mitología yaqui, habría que estudiar si Cajeme es más que un mito.

Cajeme, el  que no bebe, el que  no se cansa. El niño gambusino de California; el   adolescente soldado,  peleando en contra del filibustero Rousset Boulbon  en la defensa de Puerto de Guaymas; del Herrero de Nayarit; el soldado de “leva” del  batallón de San Blas.

El soldado del general  Ignacio  Pesquería. 

 El perseguidor de Carlos Conant Maldonado, que no pudo tomarlo prisionero porque abandonó el estado de Sonora y que a la postre sería uno de los  hombres que transformó el Valle del Yaqui. 

Transformación que irónicamente y según  como cada quien vea las cosas, para  la etnia  Yaqui, significó, despojo, guerra, crímenes, destierro,  esclavitud. Para  los inversionistas  nacionales y de allende la frontera, además  de la elite  revolucionaria  trajo  progreso

José María Leyva  Pérez,  alcanzo a vivir 50 años,  siempre con  azarosa  e impetuosa vida. En el que  por alguna razón se le llamó “Cajeme”.

El mito  o quizá leyenda  de “Cajeme”,  cargando con la centenaria herencia de sus ancestros  y luego él,  legándola a sus ascendientes.

 Legada  primero a Juan Maldonado Waswechia, “Tetabiate”, en su defensa de sus derechos, a saber:

Autonomía, conservando sus   costumbres y su gobierno

Posesión de las tierras, sin derecho estas  a los blancos, de poseerlas ni explotarlas

El derecho a  conservar sus armas.

Inculcando  el sentimiento de la independencia, del sacrificio del sometimiento   a la obediencia del gobierno  y sus autoridades  y morir en defensa  de lo que   consideren suyo, abarcando esto  la propiedad y la integridad de sus terrenos. Con esto les inculcaba lo que a su vez habían  hecho con él. Que era lo necesario para alcanzar el título de hombre  

En la larga lucha de la guerra  que enfrentó el pueblo  yaqui con el Gobierno de Sonora y el Gobierno  Federal, que empezó  con crímenes atroces y   culminó, si es que ha terminado, con el etnocidio de Porfirio Díaz y  la masacre de Álvaro Obregón, en  que  también figuraron como actores principales, entre otros, Agustín Vildozola, Manuel  Bernal Huidobro, General Ángel Martínez,” El Machetero”, y  Coronel Luis Torres.

Ellos  serian tan solo algunos  de los responsable  de miles  de  crímenes contra los yaquis y otros tanto de  deportaciones a Oaxaca y Yucatán, destinados a la esclavitud,  en el que se incluyen hombres, mujeres, niños y ancianos, esto  en diferente tiempo pero en  el mismo  lugar, es decir el Valle del Yaqui,.

A Cajeme se le honra y se le recuerda, tal vez por  costumbre vieja que  dicta  que hay que hacerlo, esto en medio de una tierra la cual   siempre  creyó  que era de ellos, que la desposeyeron a su tribu.

Esa creencia le fue heredada y él se las heredo a sus ascendientes, solo de voz, de  palabra, porque decía que la palabra  valía más  que un papel escrito

La conversión del hombre que se señala  como Torocoyori, cuentan que se dio  desde la batalla de  Pitahaya.

Luego vendría la batalla de Añil, donde según se cuenta fue el principio de su fin y lo que no pudieron hacer, las  balas del gobierno, ni la traición de Loreto Molina, lo hizo una  delatora mujer.

 La historia probablemente sea injusta o más bien  quienes hacen de ella el discurso.

Algunos dicen, quizá esto en un tono romántico  que  José María  Leyva  Pérez,  no es propiamente  “Cajeme”. Que su figura se venía  forjando y fraguando   desde  la primer lucha de los yaquis contra los españoles.

Cajeme se  fraguó  desde los tiempos de  Juan Calixto,  Juan María Jusacamea, Juan  Banderas,  Mateo Barquin .

A Cajeme hubo otros que lo  acompañaron en su último viaje de la cárcel de Guaymas a  Tres Cruces  de Chumanpaco  y  que también lo acompañaron en su  último  viaje al otro lado de la vida. 

Esos no figuran en la historia ni en los discursos.

Tal vez, los oficialistas de la historia de este pueblo,  solo les alcanzó el remordimiento, para incluir en esta fecha y horrar  la muerte del  héroe mitológico que no bebe y que no se cansa.

Hay muchas cosas y  casos que siguen  igual, a pesar de las simulaciones. 

Antes como antes y ahora como ahora.

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