Nadie puede ni debe sustraerse a lo que pasa en Cajeme. Es decir casi nadie, porque al parecer algunos si lo hacen
El miedo, la angustia, el terror acompañan a todos en su diario vivir.
La cultura del crimen, del secuestro, del robo, crece, va en aumento, todo esto al parecer ante la opacidad de quienes deben combatirlo, prevenirlo.
No es justo resignarse con pensar, oír y creer que esto pasa en todos los rincones del país.
Hace unos días, una reportera en las conferencias mañaneras que ofrece el presidente de la república, estando en Quintana Roo, una reporteara se atrevió a decirle al señor presidente, que en Quintana Roo, la de delincuencia estaba en su apogeo, desatada, imparable, que les dijera a Alfonso Durazo y a sus allegados que le pasaran información real, de lo que sucedía no cifras maquillada.
El señor presidente con toda parsimonia, le contestó, ante el enojo manifiesto de la reportera, que el tenia otros datos.
Tal vez esto suceda, en todos los lugares y con todas las autoridades responsables.
Quizá esto pudiera tener un poco de razón, porque la ciudadanía cansada y decepcionada por todos lo que ocurre, en muchísimos casos opta por no reportar algunos de los delitos de la que son objetos, por ejemplo, robos, asaltos, robos a domicilios, dada la amarga experiencia de la nula respuesta de las autoridades ante estos hechos.
Pero lo que suceder en cajeme va mas allá de lo que la ciudadanía puede esperar, puede aguantar, ante la indiferencia de los diferentes niveles de gobierno.
Tal vez, no se den cuenta que la delincuencia los rebasó.
Junio del 2019, tendrá que pasar a la historia de Cajeme, pues antes de terminar este mes las estadísticas dicen que van 103 víctimas, 65 muertos, 25 heridos, 13 levantados.
Pudieran ser que a los responsables de salvaguardar el orden, digan que ellos tienen otras cifras.
Pudiera ser, como el caso de Andrés Manuel López Obrador.
Pero esto o por esto, alguien les tiene que echar el grito ´para que despiertes de su letargo a nuestros, Regidores de Cabildo, a nuestros Diputados Locales, a nuestros Diputados Fedéralas, a nuestros Senadores, a nuestros Presidentes Municipales, a nuestra Gobernadora, a todos los cuerpos policiacos.
Sesenta y cinco no debe ser ni contemplarse como un número mas, una estadística mas.
La victima sesenta y cinco es solo un niño, una criatura de tres años.
Si los asesinos demuestran que no tienen alma para cometer este crimen, todos estos personajes descritos anteriormente, para demostrar que ellos sí la tienen deben dar cuenta de donde están, para que están y que es lo que están haciendo y si lo que están haciendo es lo que la ciudadanía les encomendó y recordar que la omisión también puede ser complicidad.