Desde su esquina de la prepotencia y la desfachatez, el diputado Orlando Salido continuó con el “intercambio de golpes” con los representantes de los medios de comunicación, no conforme quizás con la golpiza que le propinó al guardia del bar La Cuadra aunque lo niegue como el apóstol Pedro al nazareno.
El bochornoso acto fue un dejavú de mediado de mayo del 2018, cuando el legislador del Partido del Trabajo ofreció una rueda de prensa para tratar de justificar el episodio del Oxxo y victimizarse una vez más, no sin antes su equipo de seconds señalaran a los reporteros como “unos chayoteros muertos de hambre”.
Esta vez no fue diferente y tras las nada convincentes respuestas amnésicas del pugilista, quien como Thalia, alegaba “Yo no me acuerdo, no me acuerdo y si no me acuerdo no pasó”, sus asesores tuvieron que recurrir a las marrullerías sobre el cuadrilátero, muy al estilo del partido rémora por antonomasia.
“Veo a los reporteros de que, yo creo que hubo un buen billete para varios reporteros, está bueno el billete que les soltaron”, se escuchó en la sala, mientras el acto era celebrado con aplausos y carcajadas por el dirigente petista Ramón Flores, quien por cierto está acusado por intentos de sobornos a legisladores locales.
La comparecencia no estuvo exenta de episodios contradictorios, como cuando para defenderse de acusaciones, los petista descalificaban el video que circuló por redes por estar editado, pero minutos después utilizaban el mismo material para decir que el boxeador en retiro era inocente y puro.
El representante del PT, Ramón Flores se transformó en una especie de fiscal mediático y se sobrepasó con sus comentarios hacia la compañera Mary Verdugo Ross cuando ya no tuvo salida a sus preguntas incómodas, quien además señaló el hostigamiento de un fotógrafo que era parte del staff de dicho partido.
Y como la entrevista a modo al Siri Salido no funcionó, como tampoco la rueda de prensa para limpiar su imagen de beodo violento, los ataques se dirigieron a la compañera Sofía Ortega, quien cometió la osadía de entrevistar a Salvador, empleado del bar y con su versión les “tumbó el teatrito” a las huestes del diputado.
Así las cosas, entre la banda reporteril surgió la duda si ante la descalificación de la que fueron objeto el par de compañeras, el caso sería denunciado como violencia política de género por la regidora Rocío Lauterio, ahora que se convirtió en la principal promotora del tema en Cabildo, pese al evidente desatino con que dirige sus quejas.