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Sábado 1 de Feb de 2025
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La razón de la sinrazón

Sergio Anaya
Martes 26 de Mayo de 2020
 

En Cd. Obregón un desconocido arroja agua a una mujer vestida con uniforme de enfermera.

Aquí y allá crece el número de quienes rechazan la existencia del coronavirus, lo consideran un invento y acomodan su versión a las teorías conspiratorias.

En redes sociales abundan las curas milagrosas contra el covid-19, si tienen un ingrediente vegano, mejor; en la medicina natural aseguran haber encontrado lo que rigurosas investigaciones científicas aún intentan descubrir.

Comprender estas reacciones es posible a partir de un denomnador común: Las conductas irracionales del ser humano motivadas por el miedo y atavismos como el pensamiento mágico religioso que aún permea en grandes capas de la población.

Arrollados por los embates de la pandemia percibimos también reacciones sociales que parecen tener un alto grado de irracionalidad, pero su naturaleza evidencia una razón lógica bien estructurada a partir de la sencilla relación causa - efecto.

Entendemos así la aparente irracionalidad de cientos de personas que pese a la amenaza de contagios y experiencias conocidas, hacen largas filas para comprar cerveza sin atender la norma básica de "Susana Distancia" e incluso, en muchos casos, sin llevar cubrebocas. 

En la gran mayoría de quienes actúan así no aparece el alcoholismo que llega al grado del delirium tremens a causa de la abstención. Pero su ansiedad y los riesgos que están dispuestos a correr obedecen a pautas culturales condicionadas por la agresiva publicidad de las marcas cerveceras y la mercadotecnia que ha puesto la venta de cerveza a la vuelta de la esquina en cada colonia.

Las presiones para reabrir actividades económicas no esenciales, una decisión que se antoja irracional cuando estamos en medio de lo más agresivo de la pandemia, obedecen también a una lógica racional, la de una economía de mercado basada fundamentalmente en el lucro y no en las necesidades humanas. Si es imprescindible o no este modelo económico, eso es un tema aparte. Lo esencial es su brutalidad cuando se debe elegir entre el ser humano o la acumulación de ganancias. El dilema aplica por supuesto a las grandes empresas, no a las actividades que debe realizar un alto porcentaje de la población que vive al día, aquí no hay opciones, trabajas o te mata el hambre antes que el covid-19.

La pandemia amenaza la vida de miles de personas más en México como en el resto del mundo. En esta circunstancia no prevista lo natural, lo racional, hubiera sido pactar una tregua social y política para enfrentar el embate del coronavirus. No era necesaria una tregua idealizada, de todos tomados de la mano, pero sí una distensión política dictada por la prudencia, por la razón. 

Eso no ocurrió y lo que hemos visto a cambio es un encarnizamiento por parte de los personajes, grupos y partidos que intentan descarrilar ya al gobierno electo hace apenas dos años. La furia de su embestida la vemos todos los días en redes sociales y en espacios mediáticos en general. Pero no es una furia irracional, como es la furia casi siempre, sino una acción premeditada y bien planeada, con la lógica de tiempos y movimientos dirigidos a un sólo objetivo: Crear el caos social para imponer su modelo de país sin importar cuántos tengan que morir o sufrir los daños -ahora sí- colaterales.

Y mientras la pandemia se alarga la razón de la sinrazón abre caminos hacia el abismo.  

 

 

 

 

 

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