Bien puede haber puñalada sin lisonja, mas pocas veces hay lisonja sin puñalada.
Francisco de Quevedo (1580-1645)
¿Qué es diplomacia en términos políticos? y ¿Qué es lisonja, según la Real Academia de la lengua? Breve extracto de las definiciones: DIPLOMACIA: Es el conjunto de estrategias y tácticas que un estado nacional instrumenta para intentar lograr sus objetivos de política exterior. LINSONJA: Alabanza afectada, para ganar la voluntad de alguien. Conjunto de expresiones con que se alaban, mutuamente, en las relaciones que se dan entre los gobernantes de las naciones, para conseguir beneficios en ambos sentidos para sus pueblos o en objetivos personales – se dan casos, entre los actores políticos. Aunque coincidan o no, en sus ideologías.
Casi siempre, estas dos cuestiones, por lo general, tienden a la demagogia; que es el empleo de halagos, falsas promesas que son populares pero difíciles de cumplir y otros procedimientos similares para convencer al pueblo y convertirlo en instrumento de la propia ambición política, cuya “…característica quizás más notable de la demagogia es la constante invocación de futuros ilusorios y la total falta de una política de proyección real a largo plazo”.
(Arnoletto, E.J.: Glosario de Conceptos Políticos Usuales, Ed. EUMEDNET 2007, texto completo en http://www.eumed.net/dices/listado.php?dic=3).
Una vez logrado el objetivo, los actores se alegran de momento, haciendo la clásica “Roque señal” de un “connotado” Priista (con un ¡yes!, ¡oui! o un ya chingué, en su interior, dependiendo del origen de los sujetos diplomáticos o en la actividad política de un X país).
Sería extenso explicar el concepto chingar (es un chingo), tal como Octavio Paz lo hace en su libro El laberinto de la soledad, donde la acepción – en México- del verbo, según el tono en que se diga, cambia el sentido de la expresión. Si alguien chinga, invariablemente otro ente se chingó, a menos que chinguen los dos (pero sin decir a donde, ni a quien …).
De la historia política de acciones diplomáticas, se pueden tomar algunos ejemplos: en 1987, el entonces Presidente de El Salvador, José Napoleón Duarte (Napo y Duarte para acabarla de “ingar” en alusión a los de casa), en la época del Presidente de los Estado Unidos, Ronald Reagan; Duarte realizó una visita diplomática, para solicitar ayuda para su País (y para él), conseguido su objetivo, besa, en la Casa Blanca, la bandera estadounidense. Sus seguidores, lo vieron como una actitud de agradecimiento; los contras, como un irrespetuoso y total entreguismo de la soberanía salvadoreña.
El actual Presidente de este mismo País, el joven “izquierdista moderado” Nayib Bukele, recién electo, en su visita a los EE.UU. y a su arrogante Presidente, Donald Trump, en una cena privada en la casa blanca, juró lealtad a la bandera de los Estados Unidos ¿Conseguiría más dinero, del que le dio el gobierno de México a EL Salvador?
En agosto del 2017, el entonces candidato a la Presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador (actual Presidente), presentó en la Ciudad de Los Ángeles, California, su libro ¡Oye Trump!; parte de la temática que aborda, es la actitud racista, discriminatoria del estadounidense hacía los migrantes latinos, haciendo énfasis su desprecio de Trump a los mexicanos. Señalo lo que es- expreso AMLO- sus acciones racistas, de cizaña e irresponsablemente xenofóbicas, que no han cambiado, ya que sigue con ese mismo discurso en su campaña para reelegirse. En esa presentación comenta el ahora Presidente de México: “…desde el inicio del gobierno de Donald Trump sostuvimos que la propuesta de construir un muro en la frontera y perseguir a migrantes, obedecía más a una maniobra política, a una propaganda, a una demagogia, que a una razón de Estado como aquí lo ha recordado -Dijo AMLO- Pedro Miguel…” (periodista, que junto con Elena Poniatowska y Héctor Vasconcelos, presentaron el libro). El libro en sí, propone un intento de persuadir en sus actitudes xenofóbicas a Trump. “Aunque chango viejo, no aprende maroma nueva”.
En la visita de Estado, que recientemente hizo el Presidente de México, a Trump; la primera en 18 meses de gobierno (¡se puso cubrebocas! pero después, le valió…de nuevo, las recomendaciones para prevenir el contagio, le aplicó el artículo “sesto”- a la basura el tapaboca-), en los discursos diplomáticos, tuvieron también sus fans y detractores (cada quien según su perceptivo análisis).
El gesto adusto y arrogante de Trump, cuando AMLO estaba en su oratoria diplomática, en parte lisonjera, fue evidente. La prepotencia del estadounidense se acentuaba más por su altura, ante la estatura (física, para no crear polémica) del Presidente mexicano. Algo consiguió AMLO, en cuanto a las relaciones comerciales; la firma que ratifica el T-MEC (pero sin la C, el ministro de Canadá, no le quiso servir de “obrero” de campaña política en esta ocasión).
En la cena de gala, con empresarios de ambos países, quizás estuvo lleno de adulaciones diplomática. Las “cariñosas palabras de Trump para su “amiguuoo” AMLO, en esta visita, las echó por el caño al siguiente día con la puñalada de su hipócrita diplomacia lisonjera: “gracias al muro que México construyó en la frontera con su País, EE.UU. está protegido contra el coronavirus” "Lamentablemente, México está experimentando problemas muy grandes por el coronavirus y ahora California no quiere gente viniendo por la frontera sur…” (el territorio mexicano le sirve a EE.UU como enorme frontera de sur a norte).
¿Cree Trump que el coronavirus tiene el tamaño de un burro…sin agra, sin saber que el viento norte sopla más fuerte hacia el sur? ¿No sabe que la tasa de morbimortalidad en los estados gringos que colindan con la frontera de México, son más elevadas que las nuestras, y que su saliva nos podría estar infectando? La campaña electorera de Trump, en un país en que su mayoría es racista, no ha cambiado. Sigue clavando el puñal…lisonjero… también (puñal: arma blanca, no piensen mal, nos puede acusar – a los mexicanos- de homofóbicos, mordiéndose la lengua).
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