I.- En las democracias elementales como la nuestra, estamos inmersos en un contexto de pobreza, inseguridad en todas sus caras, injusticias y censura a las libertades y derechos individuales y colectivos, siendo víctimas reales y potenciales de graves problemas que los gobernantes no saben, no pueden o no quieren –debido a sus complicidades– resolver.
Problemas que los presentes populismos desesperadamente quisieran solucionar con demagogias, pues no atienden el desempleo formal, no distribuyen la riqueza, mediatizan el gasto público. E inhiben el privado con ideologías izquierdistas cuyas semillas no pueden contra los sembradíos capitalistas; esos que fueron atacados en sus raíces por la devastadora crisis del año 2008 (consultar: de James Petras: La Izquierda Contrataca: conflicto de clases en América Latina; Akal editores, y de F. Alejandro Villagómez: La Primera Gran Crisis mundial del Siglo XXI: gestación, impacto y consecuencias de la debacle financiera; Tusquets, editores).
Debido a esto, hay democracias con revueltas sociales y que están contra la pared por esas crisis políticas y económicas; las cuales resisten sin poder asegurar cuánto tiempo lo harán, o si superarán los obstáculos: Perú, Argentina, Chile, Bolivia, Brasil, Nicaragua, Ecuador... enviando señales de advertencia a México, Colombia, Guatemala.
II.- Se multiplican los autores que investigan el tema, entre ellos están: Laurence Whitehead: Democratización: teoría y experiencia (FCE). Daniel Innerarity: Comprender la Democracia (Gedisa). Niheer Desandi: ¿Falla la Democracia? (Blume). Y de Steve Levitsky: Cómo Mueren las Democracias (Ariel). Éste sobre todo, puntualiza que los sistemas democráticos pueden derrumbarse no sólo por ataques externos, como tantas veces ha sucedido a lo largo del siglo XX.
También pueden corroerse desde dentro, cuando buscando la perpetuidad en el poder, sus gobernantes autoritarios implantan mecanismos de mayor control, suprimiendo la división y separación de poderes, clausurando instituciones; y controlando al Estado con ese nuevo cesarismo.
Así que somos actores en el escenario de las democracias elementales, incluso eligiendo legal y legítimamente a los gobernantes; pero, aparecen las crisis y se multiplican quienes quieren permanecer en el poder, sobre todo presidencial. También favoreciendo el racismo para provocar más odios (o como López Obrador con sus ajustes de cuentas desde la Conquista, aunque le ha faltado denunciar a Colón; cambiándole de nombre a las Tres Revoluciones, hasta casi pedir la abolición del capitalismo)
III.- El caso es que nuestra elemental democracia, como las restantes de nuestro continente, trascurren en el filo del colapso atenazadas por los populismo, los autoritarismos, el desempleo y, sobre todo la creciente inseguridad que ya es un terrorismo delincuencial que no para, coordinado por los cárteles del narcotráfico y el tráfico de armas.
Todo eso y más es lo que investigan los autores citados, para advertir que los problemas políticos aumentarán y pondrán a las democracias en la picota, incluso queriendo ver caer su cabeza hasta por los populismos de pueblos hartos de los abusos de sus gobernantes. “Con ciudadanos cada vez más insatisfechos por la naturaleza generalizada de la inseguridad, y la aparente incapacidad del régimen para manejar la situación, la legitimidad del orden político actual se ve amenazada”.
Así que estos cuatro libros son un manantial de reflexiones para informar a sus lectores sobre estos tiempos complicados para los respectivos pueblos que, sin “una opinión pública que ejerza un control efectivo sobre el poder” la democracia se encamina a su final.
Ficha bibliográfica
Niheer Dasandi.¿Falla la democracia? Blume.-2019
cepedaneri@prodigy.net.mx