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Virginia Woolf: Su Orlando como una autobiografía dramática

Alvaro Cepeda Neri
Jueves 03 de Septiembre de 2020
 

Ex Libris

I.- Virginia Stephen y Woolf, por su matrimonio con Leonard Woolf, fundadores de la famosa imprenta-editora Hogarth Press en 1917, fue autora de unas 20 novelas escritas entre 1929 y 1937, en medio de depresiones al borde de la locura que, finalmente, la hacen suicidarse ahogándose. Entre ellas está su trilogía: Orlando, Las Olas y Los Años. Orlando fue traducida por el eminente Jorge Luis Borges en 1968 para editorial Sudamericana (en Argentina), y una edición en 1983 para editorial Hermes, en México. Orlando es un personaje bisexual cuya relación con Vita Sackville-West, es realmente la relación que sostienen Vita y Virginia. Título por cierto, de un filme llevado al cine con las actrices: Gemma Arterton, Elizabeth Debicki e Isabella Rossellini. Otro filme titulado: Orlando, nos cuenta la historia de un viaje a través del tiempo de quien vive primero como hombre y luego como mujer. La novela es un prodigio de ilustración literaria en el ambiente de la primera gran guerra; que con la segunda hitleriana, afectaron a la isla británica donde Woolf vivió sus 59 años de existencia. Y su biografía aparece en el Diccionario de Literaturas Anglosajonas (Alianza editorial), a cargo de David Daiches, de la Universidad de Sussex.

II.-  Orlando nos interna en la relación heterosexual-bisexual donde la Woolf muestra su tragedia y la de sus alrededores en aquel mundo del famoso grupo de Bloombury; al que pertenecieron: ella, Eliot, Forster, Roger Fry, Keynes, Bertrand Russell, Lytton Strachey, Harold Nicholson, Vita Sackville y Duxan Grant con otros más (Quentin Bell: El Grupo de Bloomsbury.- editorial Taurus; y de Angélica Garnett: Una mentira piadosa, una infancia en Bloomsbury, editorial Pre-Textos). Es el tiempo lo que ocupa la novela de Woolf y durante su transcurrir aparecen escenas de una literatura entre lo real y lo imaginado por el paso de la angustiosa demencia de la autora, dándonos páginas estremecedoras donde “el genio funciona más bien como un faro, que envía un rayo y se detiene por un tiempo; salvo que es harto más caprichoso y puede proyectar seis o siete rayos seguidos y después extinguirse durante un año o para siempre... es imposible guiarse por esos rayos y parece que los hombres de genio (y las mujeres), cuando están apagados, son como los demás”. Reflexión que define acertadamente a las individualidades creadoras en todas las dimensiones de la cultura: Pope, Addison, Swift, faros para sus respectivas obras y luego se comportan como el común de los mortales. Salvo que son inmortales en el trabajo intelectual que dejaron.

III.- Toda la novela de la Woolf recorre otras cuestiones en el discurso del tiempo (a la Marcel Proust, de en busca del tiempo perdido y el recobrado). Y para hablarnos del tiempo, en otro párrafo dice: “No sería exagerado decir que salía con treinta años después de almorzar y volvía a cenar con cincuenta y cinco al menos... hubo semanas que le añadieron un siglo, otras no más de tres segundos y en resumen, la tarea de estimar la longitud de la vida humana (no nos atrevemos a hablar de los animales), excede nuestra capacidad, pues en cuanto decimos que dura siglos, nos recuerdan que dura menos que la caída del pétalo de una rosa”. Entre otras fantasías literarias, la Wolf anda en el estira y afloja de la intemporalidad y la temporalidad; yendo Orlando de aquí para allá en una aventura a través del tiempo literario, al grado que en otro filme el tal Orlando tiene una vida de 400 años y sus padres tienen el encargo de seducir a la reina Isabel I. Novela con muchos aspectos que Virginia fue tejiendo entre sus pacíficos contrastes demenciales y la aprehensión de sus realidades, resultando cierta la “incertidumbre de si estaba muerta o viva, si era hombre o mujer”.

 

Ficha bibliográfica

Virginia Woolf. Orlando. Hermes

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