Héroes o Ídolos, dos palabras que se utilizan para ponderar las virtudes de los seres humanos. En ocasiones se usan indistintamente. Ponderar significa, considerar o examinar con imparcialidad un asunto. Alabar de forma exagerada a una persona o expresar con gran admiración la bondad de sus cualidades.
Definiciones breves:
Ídolo: figura de una divinidad a la que se da adoración. Persona amada o admirada. Por ejemplo: Los Beatles, Elvis Presley; siguen siendo ídolos del rock, Diego Maradona fue un Ídolo del futbol internacional. Huitzilopochtli, dentro politeísmo azteca fue un ídolo, el dios de la guerra.
Héroe. Persona que realiza una acción que requiere valor; el que toma decisión heroica, para salvar a un ser humano, a la humanidad. Conlleva el ser humanista, sus acciones son para el servicio de la raza humana. Aunque existen acepciones, en que convergen ambos conceptos. Esto se lo dejamos a los expertos en lingüística.
Durante la pandemia de COVID19 existen héroes. Los que, aún conociendo el riesgo de contagiarse y tal vez de fallecer, están en la primera línea de atención de los enfermos; en ésta y otras enfermedades. Estos héroes, en su mayoría anónimos, existen en el personal de salud, los que se han mantenido en combate persistente desde el inicio de ésta Pandemia; trabajando en equipo. Desde el personal médico, el personal de enfermería – que después del diagnóstico y los tratamientos, cumplen con las indicaciones de los médicos, toman signos vitales y están al pendiente de los pacientes detectando alguna eventualidad; están a lado de los médicos; los químicos y los que realizan estudios de gabinete (RX, TAC RM, etc.), Radiólogos y técnicos; los camilleros, los de intendencia, los que actúan con responsabilidad de mantener las áreas limpias. Un buen directivo que está pendiente de proveer los insumos, los equipos adecuados para la atención y claro supervisar las áreas de hospitalización. Héroes, los que no cejan en su esfuerzo por tratar de salvar vidas.
Algunos han caído en el intento, otros se levantan y a pesar del riesgo siguen en lucha.
Esto también sucede con el personal de salud de los hospitales privados que condicionaron áreas para la atención de pacientes COVID19. Algunos de ellos enfrentan dos posibilidades de contagio, porque, por no decir que todos, también trabajan en instituciones oficiales, donde existe mayor riesgo atendiendo en ambos hospitales a pacientes contagiados y complicados. Además, consultan en sus consultorios o por video llamadas y bien. Con ética, sin charlatanería.
Unas de las funciones, de la esencia de ser médico, es ser asistencial, actualizarse, compartir el conocimiento (la docencia) y si se puede tratar de investigar o estar al tanto de los adelantos médicos.
Tal vez haya empleados de la salud, que por miedo desistan en este empeño; por su edad y comorbilidad. Las instituciones de salud los exenten de prestar este servicio. Pero puede haber que algunos por ese temor, recurran a incapacitares injustificadamente, para no presentarse a trabajar.
Quizás algunos dirán con acento peyorativo: “esa es su obligación, para eso estudiaron, es su deber”.
Claro para eso se estudia, por vocación. Algunos realizamos la duras y estresantes especialidades. Son 20 o más años de estudios para prepararse (desde la primaria, universidad) y, realizar una especialidad unos y otros continuar con sub -o super- especialidad, con el fin de dar una buena atención. El personal de enfermería también, después graduarse de enfermeras generales, cursan especialidades en distantes ramas de la medicina. Es un deber estar presentes en estas contingencias. No es fácil ser médico, no se está exento de errores. La esencia de ser del médico, es no tener intencionalidad de hacer daño (Primun non nocere – lo primero es no hacer daño); no caer en la charlatanería, no ofrecer curas o remedios preventivos sin un verdadero sustento científico.
Quizás los charlatanes, en ésta y otras pandemias que ha padecido la humanidad a través de los años, se convierten en ídolos de barro o en “héroes” avalados por la ignorancia y el desespero de encontrar alguna “cura” en salud o enfermedad. Estos chamanes modernos, no tienen la calidad moral y menos académicas para pregonar sus menjurjes, pócimas o combinaciones inverosímiles de medicamentos; que muchas veces hacen que los pacientes se compliquen. Sí bien es cierto, es que se “atienen” a que un 80 % o más de la población no enfermarán, un 20% si, y de estos el 10% pueden complicarse y de estos mueran 4 al 6%, tengan o no co-morbilidades. A esto, astutamente le apuesta el charlatán.
Se conocen bien las complicaciones y el modo de tratarlas por personal ampliamente capacitado: Intensivistas, Internistas, Urgenciólogo, etc. con una preparación formal. Cierto es que, en esta pandemia la ciencia médica se está enfrentando con un virus de alta contagiosidad, y que se han estado experimentando a pasos presurosos algunos medicamentos, y que la mayoría de ellos han demostrado parcial beneficio, unos más, otros menos. Mientras no se tenga una vacuna (se espera que pronto esté lista), sólo nos queda seguir al pie de la letra las medidas para tal fin altamente conocidas. (Quedarse en casa – hasta donde se pueda-, sana distancia, cubrebocas, etc.). Si nos toca padecer COVID, que no atienda un buen médico. Y ojalá tuviéramos más héroes, en esta pandemia, sobre todo autoridades que actuaran como verdaderos héroes. O esto último ¿es pedir peras al olmo?
Concluyo con una anécdota que cito en el libro: Huellas de la Pediatría. De México a Sonora. Tomada de: Fernández-Ruíz César. El camino del ginecólogo. Ed. Científico- médica. España. 1956.
Dice el autor, médico español: “recuerdo haber oído en alguna parte una anécdota que me impresionó por su realismo. Un médico experto, estudioso, bien formado y con conciencia de su deber científico, fracasó rotundamente en el ejercicio profesional, y fue a parar a un pueblo para mal vivir, a pesar de su mucho saber. Oyó hablar de los éxitos profesionales ruidosos de un condiscípulo suyo, mal estudiante, poco documentado y decididamente ignorante. Fue a verle a la capital, y asombrado de su lujosa instalación y de su importancia social, le preguntó, después de contarle sus cuitas, a qué atribuía aquel éxito social y profesional; entonces el “ilustre” galeno, por toda respuesta, le lleva al balcón, y le pregunta: ¿Cuántas personas crees que hay en este momento en esta calle? – Unas cien aproximadamente- Y, ¿Cuántas crees tú que son verdaderamente inteligentes? – Hombre, es difícil el cálculo, pero quizá no pasarán de diez. – Ahí tienes la respuesta a tu pregunta, y la razón de mi éxito: esas diez son tus clientes, pero el resto, hasta cien, son los míos”. Tan, tan.
“cualquier parecido con la realidad es simple coincidencia”. Ídolos hay muchos, héroes pocos.
raulhcampag@hotmail.com @DrRHCampa1