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En memoria de Ramón Iñiguez Franco en su 4 aniversario luctuoso.
Te recuerdo Ramón, aunque tu prefieras quedar en el olvido, ahora te jodes, pues invoco tu recuerdo con el derecho que asiste la amistad concedida (ahora que no puedes arrepentirte).
Cómo olvidar el inicio de nuestra amistad, nuestros momentos en la unidad deportiva de la Constitución, vivir contigo la imposición de un sistema disciplinario rallando en la dictadura a los usuarios de la unidad y la alberca, es inolvidable… Cuando acudí a ti vecino en la Hidalgo, porque mi novatez de 21 años incluía no saber qué hacer cuando a la esposa se le revienta la fuente. Después en la biblioteca de la Guerrero, donde motivaste el primer concierto de mis primeras canciones. Con tu sinceridad y estado critico viste correr mi carrera de líder y triunfante icono musical citadino y al final, ya en la biblioteca, obra de tu genialidad y perseverancia, que aquí entre nos, aunque me critiquen, y con todo respeto para Don Jesus, ésta, debería llevar tu nombre, aunque tu no estuvieras de acuerdo. Ahí, recuerdo, te llevé mis poesías juveniles, para que reconocieras que también en Colima había poetas, jajja recuerdo tus palabras motivadoras al respecto, que te ganaron el mote, que mencionaré después. Dijiste “mira cabrón (y quieres que no te extrañe, jeje) ¡si sabes vender hot dogs, mejor dedícate a ello! Sí, y creo que te salió desde el fondo del alma, jajjaj Otro más a la lista de tu sincera guadaña…Años más tarde te impondría el mote merecido de “Faro de Luz…. ¡¡Castrador de ilusiones!! (también merecido) …Y creo que sentiste que te pasaste de la raya, que me concediste una esperanza, “ bah, no lo tomes tan a pecho (cuantos llevarás, me pregunté) mira en uno de tus, cosas esas que me trajiste (no les dijiste ni poesías) leí algunos segmento de una prosa literaria, ¿por qué si has vivido del cuento, no escribes un cuento? jajaj y como me diste la oportunidad de sacarme la espina, aquí me tienes 26 años después, tratando de escribir un cuento del que tú, y tu recuerdo son protagonistas. Durante el tiempo que te restó de vida te acompañé en tus quehaceres culturales y vivimos juntos las inclemencias de la grilla: Muchas veces me prestaste dinero para poder llevar de comer a mi casa, cómo olvidarlo, bueno yo si lo olvidé, no sé tú, ¡Nunca te pagué!, comí en tu casa, vi crecer a tus hijos, como tu a los míos y creo que hice méritos para merecer formar parte de “Los viudos de Ramón” es un conjunto de locos que algún día contará tus locuras. El día de tu primer infarto, caí temprano en tu oficina y me dijiste “ahí está la máquina, aviéntate una cuartilla y media para publicarla el domingo”, me puse a escribir un cuento, desde las 11 de la mañana y lo terminé a las 12, lo leíste y me regañaste, casi en el enojo, “Este final no merece llevar tu nombre, ¡cámbialo! Y ya me voy a comer, me lo dejas en el escritorio” y te fuiste, total una hora después terminé de rescribir el famoso final y me fui…. En la tarde supe que te había pegado un infarto y me sentí culpable, de que no te hubiera gustado el final de mi escrito jajaja, gracias a dios te recuperaste, aunque la cama del hospital te quedara chica….
Cómo olvidar, tus palabras de amistad cuando por mi carácter de liberal, todos mis planes e intentos de superación fueran minados y obstaculizados por fuerzas no tan extrañas, pocos sabían que tu también fuiste liberal. Me acompañaste a la presentación de uno de mis sueños, la revista cultural Ostimuri, junto con Sergio Anaya y me advertiste de riesgos y peligros del intento.
La última vez, en lo que sería nuestra despedida allá en tu refugio en el Diario, te noté cansado, de lento hablar, nos despedimos en ese abrazo fraternal solo por nosotros conocido, que nunca olvidaré. Me dijiste, y lo expresaste públicamente “que estábamos condenados al olvido”
Pues ya vez, hermano, como ya no nos podemos seguir jediéndonos físicamente, permíteme aferrarme a tu recuerdo para hacerle saber que los polvos del olvido aun no opacan los buenos momentos del abrazo respetuoso, fraterno que siempre nos brindamos.
La pandemia impidió hacerte un homenaje, sea este un anticipo y una deuda que espero pagarte. Por los momentos vividos, levanto mi copa en tu recuerdo ¡Faro de Luz!!!
