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El Niño Dios te escrituró un establo / y los veneros de petróleo, el dialblo

Carlos MONCADA OCHOA
Miércoles 17 de Marzo de 2021
 

NAMAKASIA

El licenciado Abel Camacho Guerrero, magistrado del Supremo Tribunal de Justicia en el sexenio del gobernador Luis Encinas, me dijo que el redactor del decreto expropiatorio firmado por el presidente Lázaro Cárdenas en 1938, fue el general Francisco J. Múgica. Yo anoté mentalmente el dato pero pocos años más tarde, en 1989, abrí una puertecita a la duda pues don Abel había sido secretario particular de Múgica y consideré probable que hubiera hablado por admiración a su jefe.

Cuando dirigí la revista “Impacto” desayuné cinco o seis veces con el licenciado Camacho en México, y un día me preguntó, como si hubiera intuido mi duda, si no me gustaría entrevistar a la viuda del general, doña Carolina Escudero Luján para que tuviera más información. “Encantado”, le contesté.

En enero de 1990 la dama, que estaba por cumplir 85 años, me hizo el honor de recibirme en su casa. Aunque la entrevista fue prolongada, sólo voy a transcribir el párrafo alusivo a lo que cada 18 de marzo se conmemora; adelanto que doña Carolina y el general no se habían casado, lo que hicieron en 1942; su relación era de jefe a secretaria en la Secretaría de Comunicaciones.

“Los sábados por la mañana trabajábamos en los asuntos oficiales (en oficinas que tenían cerca de Cuernavaca) y luego el general nos ponía a hacer trabajo físico, como podar árboles en el sembradío de fresa que tenía entonces. Luego comíamos, trabajábamos otro rato y nos dejaba libres. Los domingos laborábamos también por la mañana, y muchas veces se iba a platicar con don Lázaro, pues sólo tenía que cruzar un arroyito y ya estaba en su propiedad. Como a las 4 o 5 de la tarde volvíamos a México.

“En la semana anterior a la expedición del decreto, salimos de vuelta a México todavía con luz, han de haber sido las 7, por delante del coche del general Cárdenas. Al llegar al entronque con la carretera a Acapulco, en el kilómetro 74, se paró el carro del general Cárdenas y lo mismo hizo el del general Múgica, que nos dijo Esperen aquí, voy a ver qué pasó. Entonces los vimos que caminaban y regresaban, y caminaban y regresaban, durante unos 45 minutos. Cuando volvió el general Mújica sólo dijo: vámonos.

“Al día siguiente, lunes, me dijo: Voy a acuerdo con el Presidente. Regresó acompañado por un taquígrafo de la Presidencia y me dijo que se iba con él a Cuernavaca. No me vayan a mandar gente ni a llamar por teléfono a menos que sea algo verdaderamente urgente, ordenó. Estuvo fuera tres o cuatro días y cuando regresó, llegó a la oficina primero y luego fue a la Presidencia. Llevaba el manifiesto”.

El año antepasado, cuando vino a Sonora Cuauhtémoc Cárdenas a presentar su libro “Cárdenas por Cárdenas”, encontré corroborado paso a paso, en sus páginas, lo que me había contado la viuda.

Creo que en memoria del general Lázaro Cárdenas debemos unirnos al presidente López Obrador para asegurar que el petróleo sea realmente nuestro, igual que la generación de electricidad. Lo contrario sería traicionar la brillante victoria expropiatoria de 1938 y dar validez a los versos de Ramón López Velarde en “Suave patria”: “El Niño Dios te escrituró un establo, y los veneros de petróleo, el diablo”..

 

carlosomoncada@g

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