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Mañana, domingo, en cuanto cumpla el sagrado derecho de votar, regresaré a casa y comenzaré a escribir la crónica del proceso electoral 2020-2021. Daré testimonio de los candidatos que aspiraron a gobernador y otros cargos. Enlistaré las promesas irrealizables, las declaraciones ridículas, los nombres de quienes no le cumplieron a sus partidos y se arrimaron, sumisos, a otros, en fin, se hablará de lo interesante y lo ruin, de los debates, las tolerancias y las mezquindades.
Creo que valdrá la pena añadir, como ejemplos para amenizar la narración, algunos de los chismes, calumnias y tonterías de usuarios de las Redes, algunas de ellas aceptadas y repetidas por otros más tontos, más calumniadores y más chismosos.
No daré constancia de inmediato de los nombres de los ganadores hasta que hayan sido oficialmente reconocidos, porque habrá quienes lleven el pleito electoral de las urnas a los tribunales, como ha sucedido en otras ocasiones.
No publicaré ninguna foto de candidato con los brazos alzados, en pleno triunfo, como si fuera el tipo más importante del mundo. Daré preferencia a quienes exhiban expresión caricaturizable. Habrá sitio para fotos de candidatas guapas, aunque hayan perdido.
Escribo rápido y confío en terminar este libro antes de que tome posesión el nuevo gobernador. Ojalá para entonces el silencio que han guardado las autoridades sobre el asesinato de Abel Murrieta Gutiérrez haya sido aclarado y yo pueda informarlo así. A veces tengo el título del libro cuando voy a comenzarlo, a veces cuando lo he terminado. De momento no sé cómo se llamará. Pero me bailan en la mente dos o tres palabras que quieren formar parte del nombre; sangre, una de ellas.
EL TEMA MÁS DIFÍCIL DE MI VIDA
Me encontraba aquel 5 de junio en la Ciudad de México y comenzaba a desesperarme. Llevaba la misión, de parte del rector de la Universidad, de hallar una imprenta donde nos imprimieran los tomos IV y V de la Historia General de la Universidad de Sonora en menos de diez días. No era posible hacerlo en los talleres de la Casa de Estudios porque estaban en huelga. Y el nuevo Rector tomaría posesión el día 16.
Esa mañana le expuse el asunto al director con quien tenía cita y se mostró dispuesto a realizar el trabajo pero no en el plazo exigido. Imposible esperar. Salí a la calle, molesto conmigo mismo, y eché a caminar. Compré la primera edición de
La Extra y vi en grandes titulares la noticia de los bebés muertos en la guardería. Pasaban de una docena.
Llevaba el nombre y la dirección de otra imprenta, que mi hija me había dado. El único lazo que había era que esa imprenta imprimía programas y carteles para el Festival Cervantino y que en éste trabajaba mi hija en el área de prensa. Entré a un café Internet y le envié al dueño un mensaje explicando mi apuro. Luego lo llamé por teléfono y me contestó con la más pura lógica: “No puedo decirle sí o no hasta que no vea el material de que me habla”, Me autorizó a ir a su oficina en el acto y fui.
Sería largo entrar en detalles. El milagro se hizo gracias a que llevaba los textos en disco, listos para la prensa, y citó al diseñador al día siguiente para entrarle al trabajo. El milagro consistió en que confió en mí pues no llevaba dinero para pagar el anticipo y le prometí llamar al Rector para que hiciera contacto directo con la empresa. A eso de las seis de la tarde ´tomé el Metro seguro de que no había un mexicano más cansado y también más feliz que yo.
Cuando llegué a la estación de mi demstino compré la edición de la tarde de La Extra y leí en grandes titulares que el número de bebés muertos pasaba de 30. ¡Santo Dios! Yo era el mexicano más desdichado del país. ¿A quién hablar? ¿Dónde sintonizar la radio o la televisión para tener más noticias? ¿Qué había qué hacer?
Cada año temo que llegue este aniversario terrible, porque no sé qué escribir a los padres heridos en el corazón. No queda salida. Sólo cerrar los ojos y rezar, creo…, los que saben rezar.
carlosomoncada@gmail.co
