Ya se estaban haciendo planes para regresar a las clases presenciales, poco a poco, en el sistema escolar, puesto que nuestro semáforo se encontraba en verde. Y de pronto, ¡plof!, retrocede a amarillo y las autoridades toman la prudente decisión de aguardar a que transcurra todo el calendario, es decir, se tratará de entrarle en septiembre al calendario con normalidad presencial.
Como la vuelta del verde al amarillo coincidió no sólo en horas sino en minutos con el fin de las elecciones, se ha especulado en el sentido de que objetivamente no había razón para que nos hubieran puesto en verde, excepto una de carácter político: no inhibir a la gente para que acudiera a votar.
Esto lo anoto sólo para quienes aman el chismorreo pues, en fin, ya pasó. Lo que considero muy importante es evaluar con objetividad y valor si nos dejó, bueno o malo, una enseñanza la educación virtual. O para expresarlo de modo más franco: si este tipo de enseñanza a que nos obligó la pandemia sirvió para que nuestros estudiantes de todos los niveles captaran conocimientos o si fue un pretexto para que el maestro hiciera como que enseñaba, y el estudiante, como que aprendía.
La disposición idónea para aprender es la atención. El estudiante debe sentirse cómodo en su silla, sin ruidos o presencias extrañas alrededor, con sonido claro e imagen nítida en su computadora o su televisión, para que pueda sostener la atención en su maestro, Madres de pequeños alumnos de primaria me han dicho que el gran problema de sus hijos es que pongan atención. Y si las dificultades para que la logren se acompañan de regaños la hacen imposible.
Pero lo mismo me han dicho de sus alumnos universitarios, que se presume son más responsables, los maestros. Con tales antecedentes se puede colegir que si los muchachos de todos los niveles, han obtenido buenas calificaciones, es para que la maquinaria educativa no se detenga. Ya se irán corrigiendo las lagunas sobre la marcha. Es una manera realista de ver las cosas pero que no hace desaparecer el déficit que va quedando atrás.
¿Habrá una manera de evaluar la eficacia de la enseñanza en este año de manejar y desesperar con la tecnología? Sera necesario encontrarla para eliminar o subsanar en parte, los errores. Y lo principal para lograrlo es volver a la enseñanza presencial.
TOLERANCIA ENTRE LOS QUE SE VAN Y LOS QUE LLEGAN
Con motivo de mi actividad periodística, me ha tocado varias veces asistir al encuentro de los funcionarios que se van, al término del sexenio, con los que llegan de la nueva administración. No es agradable para los primeros, sobre todo si salen sin un nuevo empleo, mientras que los que arriban traen el sello del triunfo en la sonrisa y les es difícil disimular la arrogancia.
Durante semanas, los que arriban dirán, cada vez que encuentren un error de sus antecesores: ¡Qué babosadas hacían éstos! Y andará por ahí la esposa, entrando y saliendo, para que le cambien las cortinas o las alfombras a la oficina del marido, en una clara intromisión en lo que no le importa.
Algo de comprensión y tolerancia de ambas partes hará menos duro quedarse sin trabajo a unos y enseñará humildad a los que estrenan nombramiento… que ojalá les dure.
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