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Se echó a rodar, aunque sin que levantara la alarma que tal vez se esperaba, la versión de que se encuentra próxima una cuarta ola de contagios. Es inevitable sospechar que se trata de una estrategia para obligar a la gente a que no deje de lado los protocolos sanitarios, pues el único argumento que esgrimen quienes propalan la versión es que se acerca la tradicional realización de actividades que dan pie a la concentración de muchas personas, entre ellas, la celebración del Día de los Fieles Difuntos, y más adelante, las posadas de diciembre.
(Esto de “fieles difuntos” nunca me ha convencido. Hay personas que no son fieles ni muertas).
Si es esa la finalidad que se persigue podría disculparse que la estrategia carezca de sustento científico, pero siempre es más eficaz que los voceros oficiales se conduzcan en materia tan delicada con apego a la verdad para ganarse la credibilidad entre la gente para casos futuros. La lógica indica que con una población vacunada casi en su totalidad, el peligro de una cuarta ola no es tan serio como el año pasado y a principios del actual.
Quienes hemos sobrevivido a lo peor de la pandemia, acatamos ya los protocolos con bastante naturalidad: cubrebocas, toma de temperatura a la entrada de oficinas y tiendas, lavado de manos con gel, etcétera. No es difícil continuar con esos hábitos y no estorba que los conservemos más tiempo aunque desconfiemos de la validez del rumor.
HAY DE CORRUPTOS A CORRUPTOS
El Presidente AMLO comenzó la semana con una buena descripción de dos tipos de corruptos: los que admiten cínicamente que lo son y aquéllos que no obstante ser corruptísimos, lo ocultan hipócritamente.
Los que se encuentran en este segundo grupo van cada semana o cada mes al templo a confesarse con el sacerdote y a comulgar, todos sus actos de corrupción son perdonados y dejan así la pizarra en ceros (expresión del Presidente), con lo que vuelven a sus acostumbradas tropelías como si el pasado no existiera..
El Presidente reflexionó en que los dos tipos de corrupto son abominables, pero que si lo obligaran a pronunciarse por uno de los dos preferiría al corrupto cínico. El corrupto hipócrita es despreciable en cualquier circunstancia.
¿A cuál de los dos tipos corresponde el corrupto que anda por ahí, comprando o mendigando espacios para contar sus historias que nadie cree? ¿O ha surgido en esta tierra aguantadora un tercer tipo de corrupto que es a veces cínico, a veces hipócrita, y que contamina el aire cuando habla?
carlosomoncada@gmail.com
