EL PUENTE LABORAL que está corriendo servirá para que los responsables de instituciones y grupos culturales tomen aliento antes de enfrentar la actividad que les espera. La semana entrante se llevará al cabo “Bajo el asedio de los signos” en Ciudad Obregón, aunque todavía no vemos publicado el programa. Al mismo tiempo, habrá acelere de los preparativos de la Feria del Libro que se pondrá en marcha el día 12 para concluir el 21. Será la primera Feria que tendrá bajo su responsabilidad Lorena Enríquez, como coordinadora de Literatura y Bibliotecas del Instituto Sonorense de Cultura. Los escritores de El Estanquillo de las Letras, que se localiza, como ustedes saben, en la Plaza Zaragoza, se proponen colaborar con la presentación de un libro por noche mientras dure la Feria.
EL QUE FUE TEATRO AL AIRE Libre de la Universidad de Sonora en los primeros lustros de la Casa de Estudios, revivió la noche del sábado. Volvió a sus amadas aulas el poeta Conrado Córdova Trejo, y en un ambiente de cordialidad, interés y simpatía, dio a conocer su poemario “Anatomía de mi sombra”. Lo acompañaron en el sitio de honor el maestro Francisco González, que disertó con tino y elegancia sobre el texto, y el escritor Ernesto García Núñez, director de la editorial Sonora Queherida que se encargó de la edición. Ernesto, sin querer queriendo, habló a los presentes de la tarea de difusión que dicha editorial desarrolla a través del citado Estanquillo. Una hermosa velada, pues. Y como si el alimento espiritual no fuera suficiente, el anfitrión ofreció tinto y ricos bocadillos a sus amigos.
¿Cuántos caballeros y cuántas damas que se encontraban esa noche ahí, en el patio interior del edificio de la carrera de Letras, y que por muchos años se llamó Escuela de Altos Estudios, habrán oído nombrarlo Teatro al Aire Libre, como quedó escrito en el párrafo anterior? Siempre ha sido un lugar acogedor y bello, pero en el pasado estaba bien cuidado el espacio frontal, destinado a escenario. Cuando venía en gira un grupo de grandes cantantes, contratados para que actuaran en un cine o el local de un club, los rectores gestionaban una presentación gratis para los estudiantes a hora temprana, a veces en el curso de la mañana. Las clases, obviamente, eran suspendidas.
Yo recibí entonces, entre los años 1950 y 52, como alumno de Prepa, mis primeras lecciones de canto operístico. Lecciones para ir afinando el oído, por supuesto. La eximia cantante Fanny Anitúa, duranguense de origen, que había confirmado su grandeza en la Scala de Milán, y por entonces de unos sesenta años, vino a Hermosillo con un grupo de sus discípulas que fueron huéspedes de nuestra Unison. Todas las jóvenes alumnas hicieron carrera en Bellas Artes. Yo recuerdo a la contralto Belén Amparán En aquel teatro se celebraban también actos académicos solemnes y conferencias.
ROBERO CORELLA Y PAQUITA Esquer vinieron cargados de laureles, igual que los artistas acompañantes, de la gira que hicieron por Ures, Banámichi, y demás poblaciones hasta la vieja y hermosa Arizpe, con su carromato. Ya contamos a los lectores el éxito con que se presentaron aquí. De las ocho funciones programadas cancelaron tres por prevención sanitaria, pero las otras cinco…, ¡qué ganas de haber estado ahí!
carlosomoncada@gmail.com