¡Carajo! Pues sí que está duro el desempleo. Nada menos que 43, entre hombres y mujeres, están registrados para competir por las tres plazas vacantes del Instituto Sonorense de Transparencia Informativa, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales.
O tal vez no indica el número la necesidad de la chamba y la ambición de ganar un sueldo para vivir muy bien y ahorrar, sin apuros, cuando menos Medio Millón al año; puede ser que los guíe el amor a la transparencia y el anhelo de servir a la comunidad. O quizás les provocó envidia lo suave que se la pasaron los vocales que ¡al fin! se fueron. Echaron raíces en el cargo (diez años por lo bajo) sin un trabajo complicado.
La comisión de diputados que atiende este rollo ha formado 4 grupos de aspirantes que serán sometidos a examen público los días 1, 2, 8 y 9 de febrero en la Sala de Comisiones del Congreso. Y conscientes de que no podrían armar preguntas para tanto pretendiente, en la convocatoria respectiva exhortan a los ciudadanos a que manden (a la Comisión) sus propias interrogantes. Ni aun así podrán evitar que las mismas preguntas se repitan a lo largo del examen.
En tal virtud, si los que forman el último grupo, el que acudirá el 9 de febrero, se dedica a escuchar y tomar nota de lo que pregunten a los de los otros grupos, y también de sus respuestas, tendrán las más firmes posibilidades de ser escogidos. Evitarán los errores de sus compañeros y mejorarán sus aciertos.
Una manera segura de que los diputados de la Comisión aligeren su trabajo es que realicen una entrevista rápida a los 43 candidatos y les pidan que digan el nombre completo del ISTAI (véase el primer párrafo de esta columna) sin titubeos o pausas. Los que no puedan hacerlo con rapidez, que sean eliminados. Apuesto a que como máximo pasarán la prueba diez o doce.
LAS CÁPSULAS DEL TIEMPO
Ayer estuve en El Colegio de Sonora, que celebraba su cuadragésimo aniversario, para ver una exposición gráfica de mi admirado amigo Héctor Martínez Arteche. Me propongo visitarla una vez más la semana próxima para verla con más calma y detenimiento y los invito a quienes leen estos párrafos que hagan lo mismo..
No me quedé al acto en el que estaría poco después el gobernador (y deben haberme extrañado muchísimo), quien testimonió la instalación de una cápsula del tiempo que encierra Dios sabe qué documentos, con instrucciones a la vista para que se abra en 2062.
Todavía faltarán unos años para que se abra otra cápsula misteriosa, la que se encuentra en el monumento al Centenario, a un costado de la Biblioteca y Museo, que se colocó en 1979 y se abrirá en 2079. Se forjan la ilusión, los que se colaron en estas cápsulas con un escrito o una mención siquiera, de que algún joven exclamará: ¡Miren, era mi bisabuelito! Pero aunque se diera el caso, volverán de nuevo y en forma inmediata al olvido. Perdón por la rudeza al decir la verdad.
carlosomoncada@gmail.com