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Una vez más se siente que el Progreso –el Progreso en grande, con mayúscula—bate sus alas para elevar a Puerto Peñasco a alturas insospechadas. En aquella región se propone el gobernador Alfonso Durazo instalar la fuente de producción de energía eléctrica ofrecerla a bajo costo para prácticamente todo el Estado. Pero no es la primera vez que la Esperanza le ha sonreído a los rocaportenses.
El 6 de enero de 1964 las universidades de Sonora y Arizona inauguraron allá la planta experimental cuyo objetivo era desalinizar agua de mar. Nuestra Universidad aportó, con el apoyo del gobernador Luis Encinas, el terreno necesario para la planta y los científicos gringos volcaron su sapiencia en el desarrollo del programa y la compartieron con los maestros de la máxima Casa de Estudios.
La producción de agua desalinizada no consideró finalidades comerciales; se obtuvo en corta escala, apenas para el personal del Ayuntamiento. Luego se emprendió el cultivo de frutas y legumbres en ambiente de clima controlado, y el mayor éxito se alcanzó en el cultivo de larvas de camarón que dio beneficios a los sonorenses al multiplicarse las granjas y ejidos camaronícolas. Las técnicas de cultivo se extendieron sin egoísmo.
No viene a cuento relatar cómo y por qué se rompió la alianza de universidades, y por tanto las tareas de experimentación, aunque es una historia interesante. Pasamos mejor a la siguiente esperanza de progreso que sonrió a Peñasco con la celebración en Sonora de la Sociedad Matemática Mexicana en 1966.
Tuvimos el honor de recibir entonces, entre otros destacados científicos, al doctor Nabor Carrillo Flores, pionero de la Física Nuclear, quien anunció la construcción de una Planta Nuclear desalinizadora de agua de mar y productora de energía eléctrica (cualquier semejanza con el proyecto de nuestro gobernador ¿es una simple coincidencia?) Aunque estaría en Sonora, el beneficio alcanzaría a Baja California, Baja California Sur y Arizona. Ni qué decir que el sueño no se realizó.
Cuando era rector el doctor Heriberto Grijalva Monteverde, el gobierno de Padrés pretendió envolverlo con un convenio que permitiría al gobierno utilizar los terrenos de la costa rocaportense que son propiedad de la Universidad, para crear un balneario gratuito. ¡Qué generosos! El encargado de realizar la maniobra fue Roberto Romero, secretario de gobierno que luego sería procesado por apropiarse de dinero del presupuesto. Es obvio que aquí no se abrió una esperanza sino una amenaza.
Padrés no cubrió nunca las cuotas que por concepto de renta le pagaría a la Uni, y tampoco, por fortuna, le alcanzó el tiempo para que él y sus cómplices se adueñaran de aquellos terrenos para hacer negocios.
Ahora la promesa de progreso se presenta con rostro de seriedad. A generación de energía eléctrica abre la perspectiva para la industrialización, la construcción, la hotelería y demás servicios turísticos. Como suele decir el gobernador, a Puerto Peñasco ¡ya le toca!
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