En la casa del barrio del callejón por muchos años no tuvimos teléfono. El único enlace de larga distancia era el teléfono negro de disco del Hotel Jardín y su fachada verde de tres pisos que el Fausto, huesudo y pelo chino, trepaba por el tubo del agua sobre el muro del hotel que daba hacia la casa de doña Celia, su mamá.
En el Hotel Jardín la voz de Teléfonos de México con su milagro, servía de paso conectando familias vecinas con ciudades y poblados distantes con el clásico "tiempo y costo" de la operadora del conmutador de la hoy compañía de Carlos Slim, y la solidaridad de Gustavo, Enrique y la familia.
También hubo un tiempo de "Front Desk" atendido por don Rafael Rendón, un afable señor originario de Cacalotán, Sinaloa, cuna de la familia Ramírez propietaria del hotel que junto con el pionero Hotel del Valle, en Galeana y Veracruz, fueron las columnas de Hércules del barrio de Los Baños Julieta.
Pero a la vez, el "Hotel Jardín", con sus alturas hacia el Cuba, fue siempre el frontón de cada día de las "pelotas de esponja" de doña Celia y su Mercería de Occidente. Aquellas esferas suaves y blandas eran accesibles para toda la chamacada que siempre las estábamos comprando para reponer las voladas hasta caer en la azotea del tercer piso del hotel.
Otras no aspiraban llegar tan alto y, tras el grito "¡carro!, rodaban por la Galeana hacia la 18 de Marzo, donde a veces fueron a detener su carrera en el bolsillo del Guacho Chávez, que por mala suerte pasaba por allí acompañado de su pandilla.