No pocos periodistas, entre los que me incluyo, aunque aceptamos y apoyamos en general la política de López Obrador, consideramos que exagera al poner su personalidad e investidura de Presidente de la República frente a Carlos Loret de Mola. Le da importancia que éste no merece.
Ayer explicó AMLO, en la mañanera, que no es su objetivo principal pelearse con Loret sino que lo denuncia en su calidad de testaferro de los grandes empresarios y políticos corruptos del pasado, que invierten millones de pesos para impedir el avance de la Cuarta Transformación. El lector ya sabe, por otra parte, que Loret no está solo en las repasadas que recibe, las comparte con otros periodistas renombrados e inclusive con medios que eran considerados impolutos, como “Proceso”.
Para tratar de entender el conflicto hay que hacer algunas consideraciones, la primera de ellas, que los dueños y accionistas de las empresas periodísticas están a un lado, separados de manera tajante de los trabajadores –reporteros, fotógrafos, columnistas de planta—de los medios. Los primeros son gente de dinero y los segundos, gente que vive con apreturas; los intereses de uno y otro grupos son distintos, a menudo opuestos..
Los directivos del medio y la tropa, sin embargo, muestran coincidencias. No nos gusta a los periodistas que el político, así sea tan vertical como AMLO, nos diga qué tipo de periodismo debemos hacer, y en caso de que se registre un enfrentamiento del gobernante con un periodista, por instinto nos colocamos al lado del periodista al margen de que podamos analizar luego sin pasión de grupo al colega metido en berenjenales.
Soy firme defensor del Presidente en su campaña en favor de los pobres y en su afán de terminar con la corrupción. Pero, en cuanto periodista, no puedo entregar mi confianza por completo a su gobierno mientras no haya mermado la ola de asesinatos contra compañeros en todo el país. Si cediera en este punto sentiría que traicionaba a las víctimas y sus familias.
BUEN APOYO PARA CAJEME
Aunque el primer día de la visita de AMLO a Sonora hubo en Cajeme sonrisitas de desdén porque el presidente municipal es viejo amigo de AMLO y, no obstante, no fue invitado a la reunión del gabinete de seguridad celebrada en Hermosillo, las cosas cambiaron en favor del alcalde, que cuando tuvo la oportunidad de hablar, allá en su gallinero, con el mandatario, obtuvo la promesa de apoyo para arreglar las destrozadas calles obregonenses. Y tal vez para realizar otras obras, que por el momento no se han especificado.
A la junta del gabinete de seguridad no fue invitado el alcalde Javier Lamarque por la simple razón de que no es miembro del gabinete. Pero al chismoso autor del chisme no le preocupa buscar una razón válida pues se satisface sólo con difundir el mitote que ahora, por fortuna, resultó inofensivo.
carlosomoncada@gmail.com