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Tres ¡hurras! para la iniciativa de la diputada Karina Zárate de organizar un Parlamento Abierto para jóvenes en donde los legisladores brinden información sobre el sistema político que nos rige, los mecanismos de gobierno, las obligaciones de los funcionarios, los partidos, en fin, los recovecos del ejercicio de la política. Nadie mejor que los diputados en ejercicio para hablar de los problemas a que se enfrentan.
¡Hurra! ¡Hurra! ¡Hurra!
Naturalmente, escucharán preguntas y serán cuestionados. Cada joven habrá escuchado en su hogar y en su barrio lo que se dice de los políticos en general y de los diputados específicamente. El impulso de criticar no se les limitará pero me parece muy importante que se les afine el don de la crítica, es decir, que aprendan a razonar. No será fácil, claro, pero debe haber formas.
Un gran porcentaje de la población “le echa” a los políticos y funcionarios por igual sin distinguir a buenos de pillos. Que el joven aprenda cosas prácticas, por ejemplo, si sabe que el señor Perengano, vecino de su colonia, es un tonto y falto de instrucción, que no le preste oídos ni repita lo que le oye decir. Que localice a los vecinos sensatos, juiciosos y bien documentados, y si sus padres o tutores poseen esas características, estupendo.
Es hora de que se forme una generación de críticos valientes, que no se arredren al decir lo que piensan, pero que lo hagan con fundamento y con propuestas para mejorar.
Los diputados tienen la información necesaria para formar buenos críticos y no dudo de que sabrán aplicar los recursos oratorios y los razonamientos apropiados en el debate. Pero si quieren asegurarse de que los jóvenes les darán su confianza y creerán las enseñanzas, ¡sencillo!, prediquen con el ejemplo.
Sugiero a los legisladores que les entreguen a los jóvenes parlamentarios sus números telefónicos y correos electrónicos y les digan: Si por algún medio te enteras de que estoy fallando, háblame por teléfono escríbeme y dime en qué y por qué. ¿Qué tal?
REFLEXIÓN FINAL
Quienes hayan leído esta columna advertirán que al redactar no caigo en el ridículo de repetir: “nadie mejor que los diputados y las diputadas en ejercicio”, o peor aún, “las y los diputados en ejercicio”
Al decir “los legisladores” o “los diputados”, se entiende que me refiero a hombres y mujeres que integran el Poder Legislativo. Procuremos hablar como lo autoriza la Gramática y el Sentido Común.
carlosomoncada@gmail.com
