Una de las mejores noticias de estos días surgió de la Secretaría de Seguridad del gobierno del Estado: la localización y desmantelamiento de redes de corrupción de menores a través los medios cibernéticos.
Con buenas razones, la gente considera que se combate la corrupción cuando se aplican medidas contra los devoradores de presupuestos oficiales y se aprehende y procesa a quienes atentan contra la integridad física de las personas. Es fundamental combatir el engaño de que son víctimas las muchachas que de buenas a primera se encuentran enredadas en operaciones de trata de blancas.
Pero quiero llevar mi comentario a las raíces de la corrupción, la que con perversidad se siembra y se desarrolla en los niños y adolescentes
Siempre me ha parecido inexplicable que se permita la trasmisión de pornografía visual –videos y películas—sin la menor limitación, ni siquiera de horarios, fácil de captar para quien posea o alquile una computadora. El menor de edad tiene acceso a las imágenes descarnadas en el momento en que tiene la computadora a su alcance y se encuentra solo. Hará a un lado los cuadernos y libros de la escuela, y dejará al margen, asimismo, las nociones de moral dictadas por los padres o tutores, para dejarse envolver por los mensajes sexuales.
Limitar los horarios o de alguna manera dificultar el acceso a los programas significaría un adelanto, aunque lo ideal sería prohibir por completo los mensajes pornográficos. Cuando la perversión hace su nido en la mente de los jóvenes convida a todas las desviaciones necesarias para tener acceso real a lo que ve en las pantallas. El paso siguiente será darse de alta en el ejército de la delincuencia.
Considero que hay que entrar con valor a la raíz del problema con una decisión valiente de alto costo –la pornografía es una verdadera industria de alcance mundial—pero con frutos perdurables.
LA POSICIÓN DE AMLO
Me pide un buen amigo mi opinión sobre la posición del Presidente de la República respecto de las actitudes de los países de Europa Occidental (o más bien, de las omisiones) en relación a la guerra de Rusia contra Ukrania.
Desconcierta en principio, desde luego, el lenguaje utilizado para calificar dichas acciones u omisiones diplomáticas, pero sugiero ir al fondo del asunto y buscar los fundamentos de tal posición a la luz del Derecho Internacional. No se trata de una cuestión folclórica que pueda observarse y calificarse a la carrera.
Pido este fin de semana para allegarme más elementos a fin de contestar con seriedad.
Carlosomoncada@gmail.com