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Es increíble el esfuerzo económico, político y difamatorio que realizaron para que NO se construyera el aeropuerto de Santa Lucía o general Felipe Ángeles. La obra, que acaba de ser inaugurada por el presidente AMLO, es la primera que construye un gobierno mexicano sin comprar terrenos que no necesita, sin exigir moches a los contratistas (porque lo construyeron los ingenieros y personal del Ejército), sin anticipar la venta de concesiones (para restaurantes, cafeterías, taxis, etc) o sin dárselas a familiares y compadres, sin inflar los presupuestos.
Es explicable que los que han sido beneficiarios de las obras públicas hasta ahora, al verse sin esos beneficios ilícitos pugnaran por detener ésta. El último argumento en contra del aeropuerto de Santa Lucía es que se encuentra muy lejos del centro de la Ciudad de México. ¿Cuál cree usted, Lector, que fue la crítica principal que le hicieron al actual aeropuerto de la capital cuando se inauguró? ¡Que estaba muy lejos! Y es que no había en el camino hacia el aeropuerto el número de comercios, oficinas, viviendas, talleres de toda índole porque todo esto lo genera el desarrollo urbano provocado por un aeropuerto. Y eso pasará, avanzando los años, con el recién puesto en servicio.
En otras palabras, un aeropuerto DEBE CONSTRUIRSE LEJOS DEL NÚCLEO URBANO, en primer término, para evitar o disminuir la contaminación que propaga el tremendo ruido de los aviones que aterrizan o levantan el vuelo.
Aparte de la utilidad específica de esta obra, el Presidente da una lección a los opositores, la lección de que la pertinacia en el objetivo fijado, la honradez que hace alcanzar el dinero y ahorrar no son utopías. Las obras públicas se pueden y se deben hacer sin robarse el dinero público.
Con mucha anticipación, AMLO anunció la fecha en que estaría concluido el aeropuerto, No pueden acusarlo, aunque no nos extrañaría que lo hicieran, de que la inauguración le servirá de propaganda para que el 10 de abril muchos ciudadanos voten por la ratificación del mandato. Pero aunque lo fuera, ¡qué país tan avanzado sería México si los gobernantes se hubieran dado a querer por la gente haciendo obra pública sin robar!
Quedan en lista de espera, con diferentes grados de avance, el Tren Maya y una refinadora. La oposición conservadora no ceja en el afán de paralizar la popularidad del Presidente con su crítica necia. Aunque deben saberlo ya: gastan sus millones inútilmente.
LA CONFIRMACIÓN DE MANDATO
A propósito de la confirmación de mandato o de supuesta revocación de mandato que los ciudadanos votaremos el próximo 10 de abril es, a mi juicio, indebida. Y lo explico: hace dos años y medio acudimos a las urnas a votar para que López Obrador fuera nuestro presidente los seis años siguientes. Y ganamos.
La ratificación o revocación de mandato fue aprobada y convertida en norma obligatoria DESPUÉS de que habíamos otorgado los seis años a AMLO; no sería legal ni ético que se alterara lo que se había decidido ya en las urnas. Debería haberse dispuesto, en la misma Ley, que su contenido se aplicaría para quien estuviera desempeñando el Ejecutivo a partir de 2024. Pero como aun así ganaremos, no hay por qué preocuparse.
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