En la época de mi lejana juventud y en la aún más lejana de mi infancia, no era difícil memorizar cuándo era el Día de Árbol, de la Bandera Nacional, de la Expropiación Petrolera, de la Madre desde luego, del Estudiante y una docena más cuando mucho, porque no se asignaban con la ligereza de hoy: Día del Compadre, Día de la Comadre, Día del ahijado. Día de los Zurdos y otros muchos.
El Día del Ingeniero no es de todos los ingenieros, porque hay Día del Ingeniero Civil, Día del Ingeniero Agrónomo, Día del Ingeniero en Minas, Día del Ingeniero en Mecatrónica, etcétera.
En este aparente maremágnum se registró un acierto pues se festejó el Día del Taco. Sin saber que lo era, ordené en el restaurante una cazuelita de chicharrón de riv eye (rivai) y me fue bien porque armé ricos tacos con tortillas de maíz recién salidas del comal.
En plan exigente, pienso que debería haberse establecido el Día de la Tortilla pues ésta hace posible la existencia del taco. En una memorable caricatura, el genial Abel Quezada, hace años desaparecido, hizo un recuento de las delicias mexicanas que tienen como base la tortilla: las tostadas, las gorditas, las enchiladas (verdes, rojas, suizas), los sopes, la pupusa de origen centroamericano, los chilaquiles (que se subdividen en colores), la sopa de tortilla, la quesadilla, los totopos y deben faltarme algunos en la lista.
El taco nos saca de apuros cuando anda flaco el presupuesto, como sucede casi todos los días, o cuando por la misma causa damos una propina una propina en exceso modesta: “Para que cuando menos se eche por ahí un taco”. En casos desesperados se le echa sal a la tortilla, y listo: sobrevivimos. Me declaro, pues, partidario de celebrar al taco y estaré pendiente del día que le toque el año que viene. Mientras me mantendré en forma taqueando.
JAIME MIRANDA PELÁEZ
Hizo Alberto Vizcarra un atinado retrato de Jaime Miranda Peláez al proporcionar la triste noticia de que había fallecido.
Es increíble cómo deja uno al margen de sus recuerdos a hombres y mujeres que en momentos difíciles para la sociedad poseen el valor de mantener el motor en marcha con la fuerza de sus convicciones y con su ejemplo..
Jaime Miranda Peláez fue para la prensa rica fuente de noticias y sembrador de ejemplos en situaciones clave para la economía de Sonora, y en especial para la producción agrícola y el sostenimiento de la paz en el Valle del Yaqui. Su actuación en defensa de la Pequeña Propiedad en el sexenio de Luis Echeverría, por ejemplo, impidió que la gente en el poder cediera a la tentación de reducir la extensión de esa figura empequeñeciendo más lo que ya era, y es pequeño, a fin de repartir en mayor extensión la pobreza.
Es nuestro deber de ciudadanos recordarlo, y en medida de lo posible, imitarlo.
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