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La matanza de periodistas, aunque es una tragedia, ha adquirido, a fuerza de repetirse, un ritmo monótono. Los periodistas sobrevivientes se han cansado de gritar ¡Basta! ¡Ni uno más! Y las autoridades reiteran maquinalmente que se hará justicia, que hay pistas aunque no las detallan para no entorpecer las investigaciones.
El presidente AMLO ha dicho, cuando habla de la violencia, que lo más importante es investigar sus causas. En ese sentido, falta mucho por hacer en lo que corresponde a los homicidios contra periodistas. Quienes deberían investigar con seriedad, se quedan en observaciones superficiales sobre la herencia familiar en hogares miserables, los malos ejemplos en barrios populosos, la falta de oportunidades de trabajo y mil más.
Pero la violencia contra periodistas ofrece incógnitas específicas que no se han analizado. En la lista de víctimas hace años que no se registran nombres de comunicadores de gran prestigio, sobre todo durante lo que lleva el presente sexenio, sino que han sido asesinados modestos trabajadores de provincia, sin medios propios, excepto, si acaso un portal de Internet. No se les conoce como factores de influencia en la comunidad por sus opiniones. Con ellos o sin ellos las maffias peligrosas no reducirían sus actividades. ¿Por qué los matan a ellos y no a los de veras influyentes?
Durante mucho tiempo Sinaloa tuvo el liderazgo de los homicidios, liderazgo que se movió a veces a Chihuahua y Tamaulipas, pero hace unas dos décadas que tan triste fama está anclada en Veracruz. ¿Se han estudiado las motivaciones de las bandas homicidas?
Y la pregunta que me quema los dedos: ¿no habrá, entre quienes rabian por los privilegios que les ha quitado AMLO, quienes sostengan la ola de homicidios contra periodistas para lograr el desprestigio del Presidente?
Las advertencias de las autoridades a los delincuentes se les resbalan. Y los mecanismos de protección generados en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos hace buen tiempo que evidentemente no funcionan. ¿Por qué no intentar otro tipo de investigaciones, con nueva orientación y mayor profundidad?
¿Y LA FALTA DE LLUVIAS?
Como muchos ciudadanos, estoy deslumbrado y optimista ante los grandes programas del gobernador del Estado: la generación de energía en las instalaciones
ya comenzadas, entiendo, en San Luis Río Colorado, la catapulta del progreso operada en beneficio de Guaymas, el anhelado cambio de las vías del ferrocarril en Nogales. ¿Queda espacio para acomodar en la agenda la realización de un milagro, la generación de lluvias en el sur de Sonora?
carlosomoncada@gmail.com
